Módulo II: Individuo, sociedad y cultura Texto II-6: Control social El problema del control social La Sociología comienza con dos hechos básicos: la conducta humana sigue normas regulares y recurrentes, y la gente, en todas partes, vive con los demás y no sola. En su mayor parte, las regularidades en la conducta humana reflejan la presencia de la cultura y de un repertorio ordenado de relaciones sociales, y nuestro análisis se ha ocupado de algunas de las principales formas en que está organizada la vida social, así como de la manera en que las instituciones definen y controlan los actos de los hombres. Así, aunque el orden social está mantenido en cierto sentido por las normas que rigen las relaciones existentes entre los hombres —tradiciones, costumbres, leyes y otras reglas—, debemos explicar aún por qué los hombres se conforman generalmente a las instituciones que definen la conducta apropiada o exigida. La conformidad, de la que nos ocuparemos aquí, es corrientemente, para muchos norteamericanos, un schiimpfwort, término odioso que sugiere una creciente estandarización de la acción, la actitud y la creencia, y una decreciente voluntad de enfrentarse a las mareas prevalecientes de opinión y moda. Solamente si la sociedad estuviese ordenada como un panal o un hormiguero habría una completa conformidad. Algunas áreas de la conducta permanecen no reguladas en todas las sociedades, y aun dentro de una sociedad totalitaria el material humano refractario encuentra a menudo diversas técnicas para oponerse a la subordinación total. Sin embargo, el significado de la individualidad y la no conformidad se encuentran sólo en relación a las normas sociales a que debe conformarse el mayor número de personas durante el mayor tiempo. La gente está obligada a obedecer los dictados de su cultura según formas diferentes. Desde un punto de vista, las obligaciones son externas, derivadas de la cultura y de las demandas de la vida social, las cuales operan en las situaciones concretas en que se encuentran los hombres. Hemos visto ya cómo el poder, la autoridad y la religión sirven para imponer el respeto a las normas sociales, y hay otras formas institucionales de control social que deben ser examinadas. Desde otra perspectiva, las obligaciones son internas, derivadas de las necesidades, los deseos y los intereses del individuo. En cierto sentido, estas presiones internas son también desarrollables (biográfica e históricamente), ya que se incorporan a la persona a lo largo de su experiencia social. Estas dos formas de control social —internas y externas— están estrechamente interrelacionadas. Nuestra tarea consiste aquí en ver cómo la conformidad a la costumbre llega a ser un hábito personal o una obligación; cómo la aceptación de la autoridad llega a ser parte de la personalidad; y cómo los objetivos socialmente sancionados llegan a convertirse en ambiciones privadas. Las respuestas a estas cuestiones necesariamente destacan la influencia de la cultura y la sociedad sobre el individuo, pero no es preciso considerar a la persona como una mera creación de su medio social. Como ya señalamos antes, la relación entre el individuo y la sociedad es continua y dinámica, e implica procesos recíprocos. Esta relación es a veces armónica, a veces antagónica. La adhesión a las normas sociales —que con frecuencia admite alguna variación en la conducta— puede ser espontánea y voluntaria, libre de incertidumbres y dudas. Pero también puede ser reluctante y opuesta a la voluntad, o incluso ser aceptada solamente bajo la imposición o la amenaza de la fuerza física, O de otras fuertes sanciones externas. Además, siempre hay aquellos que desprecian algunas o incluso la mayoría de las normas sociales, y tienden a desviarse de sus exigencias. Ningún individuo obedece todas las reglas en todo momento; es decir, nadie refleja exactamente la cultura, un hecho que es inherente a la vida social como sabemos bien. Fuente: Chinoy, Ely. La sociedad. Una introducción a la sociología. FCE, México, 1966. El origen del control social La mayor parte de las normas sociales tienen, como se ha visto, una estructura bifronte: son estrategias o esquemas de acción, y desde este punto de vista facilitan y dinamizan la acción social y, por otra parte, coaccionan al individuo desviado para que se integre o se reintegre en un orden social más o menos consensuado. Normas sociales y control social son fenómenos y conceptos que se implican mutuamente. No existen sociedades sin control social, como no existen sociedades sin normas. Dos tradiciones o tendencias se enfrentan en este terreno: la tradición sociológica que acentúa la unidad social y el papel primordial de los sistemas normativos, y la tradición que se fija sobre todo en el conflicto, el poder y el control. La primera destaca las funciones sociales e individuales del control social: toda persona se encuentra limitada y condicionada por su grupo, su comunidad y su sociedad, y esta limitación y condicionamiento cumplen funciones para la sociedad y los grupos, así como para el mismo individuo si éste comparte los valores y las metas de aquéllos. La segunda niega rotundamente las funciones sociales del control con la misma energía con que rechaza la posibilidad de un consenso moral auténtico (el marxismo ortodoxo). Para comprender óptimamente las posturas de los sociólogos sobre el control social, conviene tener en cuenta que tanto la «mirada sociológica» centrada obsesivamente en el aspecto consensual del control, como la que no percibe sino el aspecto coercitivo o coactivo, dan muestra de un estrabismo sociológico igualmente nocivo. La primera peca de conservadora, ahistórica y estática. La segunda tiende a ignorar el alto nivel de inercia social, de conformidad y de aceptación del mundo social tal como parece ser que proliferan en todas las sociedades. Control social interno y externo Los sociólogos distinguen dos tipos de control social: el interno, ejercido por el mismo individuo sobre sus acciones, y el externo, consistente en las presiones que la sociedad despliega sobre el individuo para inducirlo a un determinado nivel de conformidad. El control social interno, producto en gran parte de una socialización exitosa, se realiza de tres formas principales: la internalización, la identificación y la obediencia o sumisión. - La internalización tiene lugar cuando el individuo acepta las normas sociales y las expectativas de sus roles como sus propios criterios normativos, los incorpora a su personalidad, los «hace suyos», hasta el punto de que es ya su mente y su personalidad total lo que le impulsa a conformarse a esas normas. En caso de violación de las normas, el sentimiento dominante sería el de culpabilidad, aunque nadie se percate de su falta. El individuo «violador» suele castigarse a sí mismo con mayor o menor severidad. La internalización es en gran medida un proceso inconsciente. Tres grandes pensadores: un sociólogo, un psicólogo social y un psicólogo coincidieron a comienzos de este siglo en destacar la importancia de la internalización, aunque desde diferentes perspectivas y con distintos términos: Durkheim habló de la «conciencia colectiva» que se refleja a través de la conciencia de cada individuo; Mead insistió en el «otro generalizado», y Freud estudió los efectos del «super-ego» sobre la personalidad. - La identificación del individuo con un grupo o con una organización social se traduce lógicamente en el deseo de establecer relaciones con ellos y, por consiguiente, induce al individuo a aceptar las normas y criterios del grupo. No hay internalización, pero sí aceptación voluntaria, por lo que no son necesarias presiones externas. A veces, el individuo que no pertenece a un grupo, pero que desea ser aceptado por él, demuestra su voluntad de ser incorporado al grupo mediante la sumisión a sus normas. Los sociólogos hablan entonces de «grupos de referencia» . - La obediencia o sumisión es un proceso más prosaico, del que todos tenemos experiencia personal y directa: el individuo se pliega a los criterios y las normas de un grupo con esperanza de obtener beneficios de su conformidad, bien consiguiendo recompensas o evitando castigos y sanciones. En todo caso, la obediencia voluntaria está basada siempre en un cálculo más o menos racional de la conveniencia personal. El control social externo es más «visible» que el interno, aunque no enteramente transparente. Consiste esencialmente en las presiones de la organización -grupo, comunidad, sociedad...- como medio de conseguir la conformidad en los individuos. Este tipo de control no es totalmente transparente, pues su primera forma -«la manipulación de la situación social en la que actúa el individuo»- consiste en una malla de medidas indirectas que hacen posibles unas acciones sociales e imposibles o muy difíciles otras. Los sociólogos citan tres: «abrir y cerrar puertas a la interacción»; «cambiar la estructura de una organización»; y «controlar la socialización a fin de inculcar determinadas normas y valores». Tres ejemplos muy sencillos: - enviar el hijo a un colegio de élite «le abre las puertas» a determinados grupos y amistades y «le cierra la puerta» a otros no deseados; - reestructurar los grupos de trabajo en una empresa para que los trabajadores participen en la toma de decisiones, etc., puede incrementar la productividad; - «encerrar» a los futuros oficiales del ejército en academias donde los contactos con el exterior son casi nulos y los candidatos son sometidos a demandas y presiones constantes, parece ser la forma óptima de inculcar normas y valores militares y una estricta disciplina (Goffman ha inventado el término de «instituciones totales» para designar este tipo de establecimientos, existentes también en otros ámbitos sociales). La segunda forma de control externo es más conocida: la aplicación de recompensas y castigos a los individuos para obtener la conformidad con las normas de la organización y de la sociedad. Las sanciones sociales, de infinita y pintoresca variedad, pueden ser interpersonales -la alabanza o el ostracismo-, organizacionales -la promoción en una empresa-, económicas -multas o recompensas monetarias-, simbólicas -la imposición de una medalla-, y físicas -la cárcel-o Es convicción muy extendida que esta segunda forma de control externo es la menos eficaz, sobre todo por los problemas que implica: la dificultad de vigilar a todos los actores sociales todo el tiempo, la necesidad de conseguir que el entorno del «castigado» o del «recompensado» refuerce el efecto inicial -habitualmente muy escaso- del premio o del castigo, y la misma naturaleza de los premios -tienden a convertirse en «derechos» si son muy frecuentes- y de los castigos, que sólo provocan un comportamiento mínimamente aceptable, pero jamás consiguen que el individuo se comprometa totalmente con las normas y con el grupo o la sociedad. Definición de control social El control social se refiere a las prácticas sistemáticas que desarrollan los grupos sociales con el fin de fomentar la conformidad con las normas, reglas y leyes y desalentar la desviación. Kendall, Diana. Sociología en nuestro tiempo. Cengage Learning, México, 2012. Los sistemas de control social En su Invitación a la sociología (1963), Peter Berger, desde una perspectiva humanista, invita al lector a percibirse a sí mismo en el centro de una serie de círculos concéntricos, cada uno de los cuales representa un sistema social del que fluyen los diferentes medios de control social que la sociedad utiliza para obtener conformidad y obediencia: violencia física, presión económica, persuasión, sentimiento de ridículo y oprobio, murmuración, deseos de aceptación por los otros y por el grupo, ostracismo, etc. Fuente: González Anleo, Juan. Para comprender la sociología. Ed. Vervo Divino, España, 1991. Imágenes
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Módulo II: Individuo, sociedad y cultura Texto II-4: Agentes de la Socialización Los agentes de socialización son las personas, grupos o instituciones que nos enseñan lo que necesitamos saber con el fin de participar en la sociedad. Estamos expuestos a muchos agentes de socialización a lo largo de la vida; pero nosotros también tenemos influencia sobre los agentes de socialización y organizaciones. Aquí vemos los más dominantes en nuestra infancia; la familia, la escuela, los grupos de semejantes o iguales y los medios de comunicación masiva. agentes de socialización: personas, grupos o instituciones que nos enseñan lo que necesitamos saber con el fin de participar en la sociedad. La familia La familia es el agente de socialización más importante en todas las sociedades. A partir de nuestra infancia, nuestras familias nos transmiten valores culturales y sociales. Como lo discutiremos posteriormente en el libro, las familias varían en tamaño y estructura. Algunas consisten en dos padres y sus hijos biológicos, mientras que otras en un solo padre y uno o más hijos. Otras familias reflejan patrones cambiantes de divorcio y segundas nupcias y un número creciente está formado por compañeros del mismo sexo y sus hijos. Con el tiempo, los patrones han cambiado en algunas familias de dos padres y los padres, en lugar de las madres, son los principales agentes de socialización diurnos para sus hijos pequeños. Los teóricos que usan la perspectiva funcionalista enfatizan que las familias cumplen funciones importantes en la sociedad porque son el lugar principal para la procreación y la socialización de los niños. La mayoría de nosotros nos hemos formado un sentido emergente del ser y adquirido la mayoría de nuestras creencias y valores dentro del contexto familiar. También hemos aprendido sobre la cultura dominante (incluidas actitudes, lenguaje, creencias, valores y normas) y las principales subculturas a las que pertenecen nuestros padres y otros familiares. Las familias también son la fuente principal de apoyo emocional. Idealmente, las personas reciben amor, comprensión, seguridad, aceptación, intimidad y compañía. El papel de la familia es especialmente significativo debido a que los niños pequeños tiene poca experiencia social más allá de los límites de ésta; no tienen base para comparar o evaluar cómo los trata su propia familia. En gran parte, ésta es donde adquirimos nuestra posición social específica en la sociedad. Desde el nacimiento, somos parte del grupo cultural específico —raza, etnia, clase, religión y región— de nuestra familia. Los estudios muestran que las familias socializan a sus hijos de forma diferentes de acuerdo con la raza, etnia y clase (Kohn, 1977; Kohn et al., 1990; Harrison et al., 1990). Por ejemplo, el sociólogo Melvin Kohn (1977; Kohn et al., 1990) ha sugerido que la clase social (medida de acuerdo con la ocupación de los padres) es una de las influencias más fuertes sobre qué y cómo enseñan los padres a sus hijos. Por un lado, los padres de clase trabajadora, que son constantemente supervisados y se espera que obedezcan órdenes en el trabajo, enfatizan típicamente la importancia de la obediencia y el conformismo. Por otro lado, los padres de clase media y profesional, que tienen más apertura y flexibilidad en su trabajo, tienden a dar a sus hijos más libertad para tomar sus propias decisiones y ser creativos. Kohn concluyó que la diferencia en la ocupación de los" padres era mejor para predecir la crianza infantil que la misma clase social. Ya sea que los hallazgos de Kohn sean válidos actualmente o no, los temas que analizó nos hacen conscientes de que no todos tenemos las mismas experiencias familiares. Muchos factores —entre ellos nuestros antecedentes culturales, nación de origen, religión y género— son importantes para determinar cómo nos socializa nuestra familia y otras personas que forman parte de nuestra vida diaria. Los teóricos del conflicto resaltan que la socialización contribuye a la conciencia falsa: una falta de conciencia y una percepción distorsionada de la realidad de clase tal como afecta nuestra vida social. Como resultado, la socialización reafirma y reproduce la estructura de clase en la siguiente generación, en lugar de desafiar las condiciones que existen en el presente. Por ejemplo, los niños de familias de bajos ingresos pueden ser socializados —no intencionalmente— para creer que adquirir educación y tener ambiciones es inútil debido a las condiciones económicas existentes en la familia (Ballantine, 2001). En contraste, las familias de ingresos medios y altos inculcan ideas de éxito monetario y social en los niños mientras los alientan a pensar y comportarse de forma “socialmente aceptable”. La perspectiva de construcción social/interacción simbólica nos ayuda a reconocer que los niños afectan la vida de sus padres y cambian el ambiente del hogar en general. Cuando examinamos el contexto en el que se desarrolla la vida familiar, también vemos que los abuelos y otros parientes tienen una fuerte influencia en la forma en que los padres socializan a sus hijos. A su vez, el comportamiento de éstos podría tener un efecto en la forma en la que los padres, hermanos y abuelos interactúen mutuamente. Por ejemplo, en las familias donde ya existe conflicto personal intenso, el nacimiento de un niño puede aumentar el estrés y la discordia, dando como resultado maltrato infantil, esposos golpeados y abuso de ancianos. En contraste, en las familias en las que la pareja siente felicidad y satisfacción personal, el nacimiento de un niño puede contribuir a la comunicación interpersonal entre los parientes. La escuela Al irse expandiendo rápidamente el conocimiento técnico v científico y aumentar el tiempo que los niños pasan en ambientes educacionales, las escuelas siguen jugando un enorme papel en la socialización de los chicos. Para mucha gente, el proceso de la educación formal es una tarea que dura hasta 20 años. Al aumentar drásticamente el número de familias de un solo padre y familias en las que ambos padres trabajan fuera de casa, la cantidad de niños en guarderías y programas preescolares ha crecido rápidamente. Hoy en día, cerca de 60% de niños estadounidenses en edad preescolar se encuentran en guarderías privadas o ambientes institucionales; y este porcentaje sigue creciendo (Children 's Defense Fund, 2002). Generalmente, los estudios han encontrado que la guardería de calidad y el ambiente preescolar tienen un efecto positivo sobre la socialización general de los niños. Estos programas brindan a los niños la oportunidad de tener interacción frecuente con maestros y aprender a construir sus habilidades de lenguaje y educación formal. Los programas de alta calidad también tienen un efecto positivo sobre el desempeño académico de los niños, particularmente en aquellos de familias de bajos ingresos. Por ejemplo, varios estados con programas previos al jardín de niños reportaron un incremento en las calificaciones de matemáticas y lectura, registros de asistencia y participación de los padres en la educación de los niños (Children's Defense Fund, 2002). Sin embargo, hoy los costos de programas de guarderías se han convertido en una preocupación mayor para muchas familias (véase el cuadro 4.2). Aunque las escuelas enseñan conocimientos y habilidades específicos, también tienen un profundo efecto en la imagen, creencias y valores de los niños. Al entrar los niños a la escuela por primera vez, son evaluados y comparados sistemáticamente con sus compañeros. Se mantiene un registro oficial permanente del comportamiento personal y actividades académicas de cada niño. Desde la perspectiva funcionalista, las escuelas son responsables de (1) socialización o enseñar a los estudiantes a ser miembros productivos de la sociedad; (2) transmisión de cultura; (3) control social y desarrollo personal, y (4) la selección, capacitación y colocación de los individuos en los diferentes peldaños de la sociedad (Ballantine, 2001). En contraste, los teóricos del conflicto afirman que los estudiantes tienen experiencias diferentes en el sistema escolar, de acuerdo con los de su clase social, antecedentes raciales/étnicos, barrio en el que viven, género y otros factores. De acuerdo con los sociólogos Samuel Bowles y Herbert Gintis (1976), gran parte de lo que pasa en la escuela consiste en enseñar una agenda oculta a los niños para que aprendan a ser ordenados, puntuales, callados, esperar su turno y estar atentos a su trabajo. Así, las escuelas no socializan a los niños por su propio bien sino para prepararlos para sus roles futuros en la fuerza laboral, donde es importante ser puntual y mostrar respeto a los supervisores. Los estudiantes destinados al liderazgo o posiciones de elite adquieren habilidades y conocimientos diferentes que aquellos que tendrán ocupaciones de obreros o clase media (véase Cookson y Persell, 1985). Los teóricos de la interacción simbólica que examinan la socialización en el ambiente escolar podrían centrarse en la forma en que la interacción diaria y las prácticas en la escuela influyen en la construcción de las creencias de los estudiantes respecto al patriotismo, sentimientos de agresión O cooperación y prácticas de género. Por ejemplo, algunos estudios han mostrado que el ambiente escolar frecuentemente alberga un alto grado de segregación de género, incluida la formación de filas separadas de niños y de niñas para participar en actividades extracurriculares en las primarias y secundarias (Eder, 1995; Thorne, 1993). Grupos de semejantes En cuanto somos suficientemente grandes para tener conocidos fuera de casa, la mayoría de nosotros comenzamos a depender fuertemente de grupos de personas semejantes a nosotros como fuente de información y aprobación de nuestro comportamiento social. Un grupo de semejantes es un conjunto de gente que está vinculada por intereses comunes, posición social igual y edad similar (generalmente). En la niñez temprana, los grupos de semejantes con frecuencia se componen de compañeros de la guardería, jardín de niños y primaria. Estudios recientes han encontrado que la preadolescencia —los últimos años de la escuela primaria— es un periodo en el que la cultura de semejantes tiene un efecto importante sobre cómo los niños se perciben a sí mismos y cómo interiorizan las expectativas de la sociedad (Adler y Adler, 1998). En la adolescencia, los grupos de semejantes típicamente se forman de gente con intereses similares y actividades sociales. Como adultos, continuamos participando en grupos de semejantes con los que compartimos intereses y ocupaciones comunes, ingresos o posición social parecida. Los grupos de semejantes funcionan como agentes de socialización al contribuir con nuestro sentido de “pertenencia” y nuestros sentimientos de valor propio. Desde los años preescolares los grupos de semejantes proporcionan a los niños la oportunidad de tener una adaptación exitosa a las situaciones como tener acceso a un juego en curso, proteger de los intrusos las actividades compartidas y construir solidaridad y confianza mutua durante las actividades en curso (Corsaro, 1985; Rizzo y Corsaro, 1995). A diferencia de las familias y escuelas, los grupos de semejantes proporcionan a los niños y adolescentes cierto grado de libertad de los padres y otras figuras de autoridad (Corsaro, 1992). Aunque los grupos de semejantes dan a los niños cierto grado de libertad, también enseñan normas culturales sobre lo que es un comportamiento “aceptable” en una situación específica. Los grupos de semejantes simultáneamente reflejan la cultura de la mayoría y sirven de conducto para pasar la cultura a la gente más joven. Como resultado, el grupo de semejantes es un producto de la cultura y uno de sus principales transmisores (Elkin y Handel, 1989). ¿Existe algo como la “presión de grupo”? Los individuos deben ganar la aceptación de sus semejantes al adoptar las normas, actitudes, patrones de lenguaje y códigos de vestido de un grupo dado. Cuando cumplimos con las expectativas de nuestro grupo de semejantes, somos recompensados; si no las cumplimos, podríamos ser ridiculizados o hasta expulsados del grupo. Cumplir las demandas de los semejantes con frecuencia pone a los niños y adolescentes en una encrucijada con sus padres. Por ejemplo, a menudo la gente joven siente la presión para obtener ciertas posesiones de valor material (como juguetes, ropa, zapatos deportivos o teléfonos celulares), entonces pasan la presión a sus padres mediante chantaje emocional para que les compren los objetos deseados. La presión de los semejantes y las tensiones de los adultos que con frecuencia acompañan este tipo de presión no son únicas para las familias en Estados Unidos. grupos de semejantes: conjunto de gente vinculada por intereses comunes, posición social igual y edad similar. Medios de comunicación masiva Un agente de socialización que tiene un impacto profundo en niños y adultos son los medios de comunicación masiva, que se componen de organizaciones a gran escala que usan medios impresos o electrónicos (como el radio, televisión, películas e internet) para comunicarse con grandes números de personas. Los medios funcionan como agentes de socialización de varias formas: (1) nos informan de hechos, (2) nos presentan una gran variedad de personas, (3) proporcionan gran cantidad de puntos de vista sobre temas de actualidad, (4) nos hacen consciente de productos y servicios que, si los adquirimos, supuestamente nos ayudarán a ser aceptados por otros y (5) nos entretienen al proporcionarnos la oportunidad de vivir indirectamente (mediante las experiencias de otras personas). Aunque la mayoría de nosotros damos por hecho que los medios tienen una parte importante en la socialización, con frecuencia subestimamos la enorme influencia que este agente puede tener sobre las actitudes y comportamiento de los niños. Estudios recientes han mostrado que los niños estadounidenses pasan en promedio más tiempo cada año trente a sus televisiones, computadoras y videojuegos. De acuerdo con el estudio del centro Annenberg Public Po¡cy Center (Universidad de Pennsylvania) sobre los medios en casa, “la introducción de nuevos medios continúa transformando el ambiente de los niños en los hogares estadounidenses... En lugar de desplazar a la televisión como medio dominante, las nuevas tecnologías la han complementado, dando como resultado una penetración adicional de los medios electrónicos y uso de los jóvenes” ¡citado en Dart, 1999:A5). Se estima que los niños estadounidenses pasan 2.5 horas al día viendo programas de televisión y dos horas con su computadora, videojuegos o un reproductor de video, lo cual suma más de 1642 horas al año (Dart, 1999). En contraste, los niños estadounidenses pasan cerca de 1000 horas al año en la escuela. Considerando solamente el tiempo viendo televisión, para cuando los estudiantes se gradúan de la secundaria habrán pasado más tiempo frente al televisor que en el salón de clases (American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, 1997; Dart, 1999). Quizá no es una sorpresa que los investigadores de Annenberg encontraran que 93% de los niños entre 10 y 17 años supieran que Homero, Bart y Maggie son personajes de la serie de la cadena Fox, Los Simpsons, mientras que sólo 63% pudieron nombrar al vicepresidente de Estados Unidos. Los padres, educadores, científicos sociales y oficiales vúblicos han debatido ampliamente las consecuencias de que los jóvenes vean tanta televisión. Se ha ensalzado a la televisión por brindar numerosas experiencias positivas a los niños. Algunos académicos sugieren que, cuando se usa sabiamente, puede mejorar el desarrollo de los niños al mejorar sus habilidades de lenguaje, de formación de conceptos y de lectura. así como alentar el desarrollo prosocial (Winn,1985). 5in embargo, otros estudios han mostrado que los niños y adolescentes que pasan mucho tiempo viendo televisión frecuentemente tienen calificaciones más bajas, leen menos, se ejercitan menos y tienen sobrepeso (American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, 1997). De especial preocupación para muchas personas es el tema de la violencia en la televisión. Se estima que los jóvenes típicos que ven 28 horas de televisión a la semana habrán visto 16000 asesinatos simulados y 200 000 actos de violencia antes de cumplir 18 años. Un reporte de la American Psychological Association afirma que aproximadamente 80% de los programas de televisión contienen actos de violencia y que la televisión comercial para niños es 50% o 60% más violenta que la televisión en horario estelar para adultos. Por ejemplo, algunas caricaturas tienen más de 80 actos violentos en una hora (APA Online, 2000). Además de la preocupación acerca de la violencia en la televisión, películas y juegos electrónicos, los programas de televisión han recibido críticas por proyectar imágenes negativas de las mujeres y la gente de color. Aunque los medios han cambiado algunos de los roles en los que presentan a las mujeres (como Xena, “La princesa guerrera”, quien es capaz de derrumbar cualquier cosa que se interponga en su camino), estas nuevas imágenes tienden a reforzar estereotipos que presentan a la mujer como símbolo sexual, debido a la ropa que usan en sus aventuras de acción. A lo largo de este texto veremos ejemplos de la forma en que los medios —desde anuncios y programas de televisión hasta videojuegos e internet— nos socializan, particularmente cuando somos jóvenes, dándonos cuenta de ello o no. Por ejemplo, los académicos de estudios culturales y algunos teóricos posmodernos creen que la “cultura de los medios” ha cambiado considerablemente con el proceso de socialización para los jóvenes en los últimos años. Fuente: Kendall, Diana. Sociología en nuestro tiempo. Cengage Learning, México, 2012. Módulo II: Individuo, sociedad y cultura Texto II-3: Socialización UNO: SocializaciónLos animales inferiores en la escala evolutiva, como es el caso de la mayor parte de las especies de insectos, son capaces de valerse por sí mismos poco después de nacer, con escasa o ninguna ayuda de los adultos. No existen generaciones entre las especies inferiores, ya que el comportamiento de los "jóvenes" es prácticamente idéntico al de los "adultos". Sin embargo, a medida que vamos subiendo en la escala evolutiva estas observaciones se hacen menos ciertas, ya que los animales superiores tienen que aprender formas de comportamiento apropiadas. Entre los mamíferos, los jóvenes están en muchos casos totalmente indefensos cuando nacen y necesitan el cuidado de los mayores. El niño es el más indefenso de todos ellos y no puede sobrevivir sin ayuda de un adulto, al menos durante sus primeros cuatro o cinco años de vida. La socialización es el proceso por el cual la criatura indefensa se va convirtiendo gradualmente en una persona consciente de si misma, con conocimientos y diestra en las manifestaciones de la cultura en la que ha nacido. La socialización no es un tipo de "programación cultural" por la cual el niño absorbe, de un modo pasivo, las influencias con las que entra en contacto. Desde el momento en que nace, el niño tiene necesidades o exigencias que afectan al comportamiento de los responsables de su cuidado: el bebé es un ser activo desde el principio. La socialización pone en contacto a las diferentes generaciones. El nacimiento de un niño altera las vidas de aquellos que son responsables de su crianza, los cuales, a su vez, experimentan un nuevo aprendizaje. La paternidad liga normalmente las actividades de los adultos a las de los niños para el resto de las vidas de ambos. Las personas mayores siguen siendo padres cuando se convierten en abuelos aunque, por supuesto, establecen una nueva serie de relaciones que conectan a las diferentes generaciones entre sí. Aunque el proceso de aprendizaje cultural es mucho más intenso durante la infancia y el principio de la niñez que posteriormente, el aprendizaje y la adaptación continúan durante todo el ciclo vital. Fuente: Giddens, Anthony. Sociología. Alianza Editorial, España, 2000. DOS: Niños no socializados¿Como serían los niños si, por alguna razón, crecieran sin la influencia de los adultos? Evidentemente, ninguna persona, a modo de experimento, podría criar a un niño apartado de la influencia humana. Sin embargo, han existido ciertos casos, muy debatidos, de niños que pasaron los primeros años de su vida apartados del contacto humano normal. El "niño salvaje de Aveyron" El 9 de enero de 1800 una extraña criatura surgió de los bosques cercanos al pueblo de Saint-Serin, en el sur de Francia. A pesar de andar en posición erecta se asemejaba más a un animal que a un humano, pero pronto fue identificado como un niño de unos once o doce años. únicamente emitía estridentes e incomprensibles chillidos y parecía carecer del sentido de la higiene personal y evacuaba donde y cuando le parecía. Fue conducido a la policía local y, más tarde, a un orfanato cercano. Al principio se escapaba constantemente y era difícil volver a capturarlo. Se negaba a vestirse y rasgaba las ropas en cuanto se las ponían. Nunca hubo padres que lo reclamaran. El niño fue sometido a un minucioso examen médico en el que no se encontró ninguna anormalidad importante. Cuando se le puso delante de un espejo parece que vio su imagen sin reconocerse a sí mismo. En una ocasión trató de alcanzar a través del espejo una patata que había visto reflejada en él (de hecho, la patata la sostenía alguien detrás de su cabeza). Después de varios intentos, y sin volver la cabeza, cogió la patata por encima de su hombro. Un sacerdote que observaba al niño a diario describió este incidente de la siguiente forma: Todos estos pequeños detalles, y muchos otros que podríamos añadir, demuestran que este niño no carece totalmente de inteligencia, ni de capacidad de reflexión y razonamiento. Sin embargo, nos vemos obligados a reconocer que, en todos los aspectos que no tienen que ver con sus necesidades naturales o la satisfacción de su apetito, se percibe en él un comportamiento puramente animal. Si tiene sensaciones no desembocan en ninguna idea. Ni siquiera puede compararlas unas con otras. Podría pensarse que no existe conexión entre su alma o su mente y su cuerpo. (Shattuck, 1980, p.69; véase también Lane, 1976.) Posteriormente, el niño fue trasladado a París, donde se llevó a cabo un intento sistemático para transformarle "de bestia en humano". El esfuerzo resultó sólo parcialmente satisfactorio. Aprendió a utilizar el cuarto de baño, accedió a llevar ropa y aprendió a vestirse solo. Sin embargo, no le interesaban los juguetes ni otros juegos y nunca fue capaz de articular más que un reducido número de palabras. Hasta donde sabemos por las detalladas descripciones de su comportamiento y sus reacciones, la cuestión no estaba en que fuese retrasado mental. Parecía que o no deseaba dominar totalmente el habla humana o que era incapaz de ello. Con el tiempo hizo escasos progresos y murió en 1828, cuando tenía unos cuarenta años. Sin duda, hay que tener cuidado a la hora de interpretar casos de este tipo, pues es posible que quedase sin diagnosticar una anormalidad mental. Por otra parte, las experiencias a las que fue sometido el niño podrían haberle causado daños psicológicos que le impidieran alcanzar las habilidades que la mayoría de los niños adquieren a una edad mucho más temprana. Aun así, existe una similitud suficiente entre este caso y otros que se conocen como para poder sugerir cuán limitadas estarían nuestras facultades si careciéramos, desde el principio, de un período prolongado de socialización. Fuente: Giddens, Anthony. Sociología. Alianza Editorial, España, 2000. La socialización según Durkheim«La educación es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre aquellas que no han alcanzado aún un grado de madurez suficiente para desenvolverse en la vida social. Tiene por objeto el suscitar y desarrollar en el niño un cierto número de estados físicos, intelectuales y morales, que exigen de él tanto la sociedad política tomada en conjunto como el medio especial al que está destinado particularmente.» En pocas palabras, «la educación es una socialización... de la joven generación». Fuente: Durkheim, Emil. Educación y sociología. Ediciones Península, Barcelona, 1975. CUATRO: Socialización y personalidadPara entender bien lo que en sociología se entiende por proceso de socialización, hay que considerar previamente el concepto de personalidad que, con diversos matices, mantienen la mayor parte de los sociólogos. Personalidad es un sistema dinámico de acción individual compuesto de motivos, sentimientos, actitudes, hábitos y creencias, sistema que se expresa hacia dentro como autoconciencia, y hacia fuera como un complejo de roles sociales y un sistema de acción. Socialización es, precisamente, el proceso por el que un individuo se hace persona social incorporando a su individualidad las formas de vida (pautas sociales, símbolos, expectativas culturales, sentimientos, etc.), bien de un grupo social determinado, bien de toda la sociedad global, incorporación que le permitirá proceder y actuar de manera conveniente y más o menos ajustada a las exigencias de dicho grupo o dicha sociedad, e intervenir activamente en los procesos de innovación y cambio de la misma. [...] La personalización es esencialmente un proceso de maduración por el que el hombre adquiere su personalidad sociocultural, es decir, se hace capaz de autodirigir sus propias estructuras instintivas y, muy en especial, de influir responsablemente sobre los factores sociales y culturales. El objetivo final de la personalización es la integración de la persona, la adquisición de seguridad y el desarrollo de la capacidad creadora. Fuente: González Anleo, Juan. Para comprender la sociología. Ed. Vervo Divino, España, 1991. Dos paradigmas para entender la socialización: Tradicional e interaccionistaLa primera vía para comprender la socialización acude al modelo tradicional del acondicionamiento, es decir, el sujeto interioriza a través de un proceso especial de aprendizaje un conjunto de normas, valores, actitudes, roles, habilidades y saberes que van a actuar desde dentro del individuo como un programa que condicionará su comportamiento a lo largo de toda su vida. Desde esta perspectiva, el proceso de socialización se orienta a predeterminar la conducta del individuo en la mayor cantidad imaginable de situaciones culturalmente definidas. [...] [...] La segunda vía para comprender la socialización es emplear el modelo o paradigma de la interacción, más dinámico que el anterior, pues concibe al individuo, fundamentalmente al niño, como un actor social inserto en un sistema de interacción, primero con su familia, más tarde, a partir de los 8 ó 9 años, con el grupo de iguales. A medida que se va debilitando el control familiar, se desarrolla en el niño el sentido del respeto mutuo, de justicia y de reciprocidad, al encontrarse en situaciones en las que sólo puede conseguir el respeto a sus derechos personales a través de su propio respeto a los derechos de los demás. Desde esta perspectiva, la socialización aparece como un proceso de adaptación personal del individuo ante situaciones nuevas, que le impulsan a flexibilizar sus recursos cognoscitivos y a modificar sus pautas normativas. De esta forma, la socialización primaria, que tiene lugar durante la infancia, es en parte separada y en parte enriquecida por la socialización secundaria, que se desarrolla durante la adolescencia y toda la vida adulta. Una concepción más estática de la socialización ignora esta distinción y sólo habla de socialización y de resocialización, entendiendo por ésta el proceso de nueva socialización a que debe someterse el adulto cuando cambia drásticamente de ambiente cultural o de status y tiene que aprender nuevas formas y estilos de vida y hacerse con un bagaje de pautas cognoscitivas y normativas más adecuado (el emigrante, el ex-preso, el soldado licenciado después de años de guerra). Este enfoque rechaza la concepción del sujeto como algo predominantemente pasivo y mero receptáculo de estímulos, y lo concibe en una interacción activa con su entorno. Las nuevas experiencias y mensajes que va recibiendo en etapas posteriores son asimiladas de una estructura cognoscitiva y normativa existente, que le proporciona cauces de acomodación personal a las demandas del ambiente. Esa estructura cognoscitiva y normativa se encuentra en permanente reorganización. Fuente: González Anleo, Juan. Para comprender la sociología. Ed. Vervo Divino, España, 1991. IMAGEN 1: Nube de palabrasIMAGEN 2: Mapa conceptual de la socializaciónMódulo II: Individuo, sociedad y cultura Texto II-2b: La cultura Los componentes de la culturaAunque los detalles de las culturas individuales varían mucho, todas las culturas tienen cuatro componentes comunes no materiales: símbolos, lenguaje, valores y normas. Estos componentes contribuyen a la armonía y al conflicto en una sociedad.
Símbolos Un símbolo es algo que significativamente representa algo más. La cultura no podría existir sin los símbolos porque no habría significados compartidos entre la gente. Éstos pueden producir simultáneamente lealtad y animosidad, amor y odio. Nos ayudan a comunicar ideas porque expresan conceptos abstractos con objetos visibles. Por ejemplo, las banderas pueden querer decir patriotismo, nacionalismo, espíritu escolar o creencias religiosas por parte de los miembros de un grupo o sociedad. Los símbolos pueden querer decir amor (un corazón en San Valentín), paz (una paloma) u odio (una svástica nazi), tal como las palabras pueden usarse para comunicar estos significados. Los símbolos también pueden transmitir otros tipos de ideas. El sonido de una sirena es un símbolo que denota una situación de emergencia y envía el mensaje de allanar el camino inmediatamente. Los gestos y ademanes también son una forma simbólica de comunicación; un movimiento de la cabeza, el cuerpo o las manos puede expresar nuestras ideas o sentimientos a otras personas. Por ejemplo, en Estados Unidos apuntar al pecho con el pulgar o el índice es un símbolo de “yo”. Los símbolos afectan nuestros pensamientos acerca de la clase. Por ejemplo, la forma en que viste una persona o el tipo de automóvil que maneja se usa con frecuencia, al menos inconscientemente, como medida de la posición económica. Respecto a la ropa, aunque mucha gente se viste casual en la vida diaria, el lugar donde la compró a menudo es un simbolo de estatus social. ¿Se compraron los artículos en Walmart, Old Navy, Abercrombie Fitch o Saks Fifth Avenue? ¿Cuáles indicadores existen en la ropa —como la paloma de Nike, algún otro logo o nombre de la marca— que dicen algo del estatus del producto? Los automóviles y sus logos también son símbolos que tienen significado cultural más allá del ambiente de compras en los que se originaron. Finalmente, los símbolos pueden ser específicos para una cultura determinada y tienen significado especial para los individuos que comparten esa cultura pero no necesariamente para otras personas. Por ejemplo, considera el uso de ciertos alimentos para celebrar el año nuevo chino: los brotes de bambú y las algas negras representan riqueza, los cacahuates y fideos simbolizan una larga vida y las mandarinas buena suerte. ¿Qué alimentos en otras culturas representan “buena suerte” o prosperidad? Lenguaje El lenguaje es un conjunto de símbolos que expresan ideas y permiten a la gente pensar y comunicarse con otros. El lenguaje verbal (hablado) y no verbal (escrito o por señas) nos ayuda a describir la realidad. Uno de nuestros atributos humanos más importantes es la habilidad de usar el lenguaje para compartir nuestras experiencias, sentimientos y conocimientos con otros. El lenguaje puede crear imágenes visuales en nuestra cabeza, tales como “los gatitos se veían como pequeñas bolas de algodón” (Samovar y Porter, 1991a). El lenguaje también permite a la gente distinguirse de los fuereños y mantener los límites y la solidaridad del grupo (Farb, 1973). El lenguaje no es únicamente una característica humana. Otros animales usan sonidos, gestos, tacto y olores para comunicarse unos con otros, pero ocupan señales con significados determinados que están limitados a una situación inmediata (el presente) y no pueden abarcar situaciones pasadas o futuras. Por ejemplo, los chimpancés pueden usar elementos del lenguaje por señas americano y manipular objetos físicos para hacer “oraciones”, pero no están dotados del aparato vocal que se necesita para formar las consonantes que se requieren en el lenguaje oral. Como resultado, los animales no humanos no pueden transmitir a sus crías los aspectos más complejos de la cultura. Los humanos tienen una habilidad única para manipular símbolos para expresar conceptos abstractos y reglas, y así crear y transmitir la cultura de una generación a otra. Lenguaje y realidad social. ¿El lenguaje crea la realidad, o simplemente la comunica? Los antropólogos lingiiistas Edward Sapir y Benjamin Whorf han sugerido que el lenguaje no sólo expresa nuestros pensamientos e ideas, sino que también influencia nuestra percepción de la realidad. De acuerdo con la hipótesis Sapir- Whorf, el lenguaje da forma a la visión de la realidad de sus hablantes (Whorf, 1956; Sapir, 1961). Si las personas son capaces de pensar sólo a través del lenguaje, entonces éste debe anteceder al pensamiento. Si de hecho el lenguaje da forma a la realidad que percibimos y experimentamos, entonces algunos aspectos del mundo se observan como importantes y otros se obvian porque la gente conoce el mundo sólo en términos del vocabulario y la gramática de su propio lenguaje. Si el lenguaje crea la realidad, ¿estamos atrapados por nuestro propio lenguaje? Muchos científicos sociales están de acuerdo en que la hipótesis Sapir-Whorf exagera la relación entre el lenguaje y nuestros patrones de pensamiento y comportamiento. Aunque reconocen que el lenguaje tiene muchos significados sutiles y que las palabras que usa la gente reflejan sus principales preocupaciones, la mayoría de los sociólogos concuerdan en que el lenguaje puede influenciar nuestro comportamiento e interpretación de la realidad social, pero no los determina. Lenguaje y género. ¿Cuál es la relación entre lengua je y género? ¿Qué suposiciones culturales sobre el hombre y la mujer refleja el lenguaje? Los académicos han sugerido varias formas en las que el lenguaje y el género se entrelazan: - El idioma inglés ignora a la mujer al usar la forma masculina para referirse a los seres humanos en general. Por ejemplo, la palabra hombre (en inglés, man) se usa genéricamente en palabras como director (en inglés, chairman) y humanidad (en inglés, mankinad), que supuestamente incluye a hombres y mujeres. - El uso de los pronombres él y ella afectan nuestro pensamiento sobre el género. Los pronombres muestran el género de la persona que tiene cierta ocupación. Por ejemplo, enfermeras, secretarias y maestros generalmente son ella; pero uno se refiere a los doctores, ingenieros, electricistas y presidentes como él. - Las palabras tienen connotaciones positivas cuando se relacionan con el poder, prestigio y liderazgo masculino; cuando se relacionan con mujeres, tienen tonos negativos de debilidad, inferioridad e inmadurez (Epstein, 1988:224). 6 La tabla 3.1 muestra cómo el lenguaje basado en el género refleja la tradicional aceptación de la mujer y el hombre en ciertos empleos, implicando que éstos son diferentes cuando los ocupan mujeres en lugar de hombres. - Una predisposición a pensar acerca de las mujeres en términos sexuales basada en el lenguaje refuerza la noción de que la mujer es un objeto sexual. Con frecuencia se describe a las mujeres con términos como zorra, tipa, perra, nena o muñeca, que les atribuye características infantiles o hasta de mascotas. En contraste, el hombre tiene una presión acerca de su desempeño al ser definido en términos de su capacidad sexual, como galán, semental y garañón (Baker, 1993). El género en el lenguaje se ha debatido y estudiado extensamente en los últimos años y han ocurrido varios cambios. Muchas organizaciones y publicaciones han establecido lineamientos para usar lenguaje no sexista y han cambiado los títulos de director a dirección. Las señales de “Hombres trabajando” se han cambiado por “Personas trabajando”. A algunas ocupaciones se les han dado títulos “sin género”, como asistente de vuelo. Para desarrollar una sociedad más incluyente y equitativa, muchos académicos sugieren que se necesita un lenguaje más incluyente (véase Basow, 1992). Sin embargo, mucha gente se resiste al cambio argumentando que se arruina el idioma (Epstein, 1988). Lenguaje, raza y etnia. El lenguaje puede crear y reforzar nuestra percepción de la raza y etnia, al transmitir ideas preconcebidas acerca de la superioridad de una categoría de gente sobre otra. Veamos algunas imágenes comunicadas con palabras —en inglés— sobre raza/etnia: e Las palabras pueden tener más de un significado y crean o refuerzan imágenes negativas. "Iérminos como corazón negro (malvado) y expresiones como el punto negro (un hecho negativo) y la suerte de un chino (con pocas posibilidades de éxito); asocian las palabras negro y chino con imágenes negativas o despectivas. En contraste, expresiones como blanca paloma y los hombres buenos usan sombrero blanco, refuerzan las asociaciones positivas con el color blanco. - Términos exageradamente despectivos —en inglés— como nigger, kike, gook, honkey, chink, spic y otras expresiones raciales se han “popularizado” por las películas, música, rutinas cómicas, etc. Estos términos despectivos se usan frecuentemente junto con amenazas físicas y cada vez más se considera que no deben usarse ni en “broma”. - Las palabras a menudo se usan para crear o reforzar la percepción de un grupo. Por ejemplo, a los nativos americanos se les llama “salvajes” y “primitivos” y a los afroamericanos se les describe como “incivilizados”, “caníbales” y “paganos”. - La “voz” de los verbos puede minimizar o identificar erróneamente las actividades o logros de la gente de color. Por ejemplo, el uso de la voz pasiva en la expresión “A los afroamericanos se les dio el derecho al voto”, ignora la lucha por ganar este derecho. Los verbos en voz activa también pueden atribuir erróneamente logros a personas o grupos. Algunos historiadores argumentan que la tendencia cultural se muestra en “Colón descubrió América”, ya que América ya estaba habitada por gente a la que se le llamó nativa (véase Stannard, 1992; Takaki, 1993). - Los adjetivos que típicamente tienen connotaciones positivas pueden tener un significado diferente cuando se usan en ciertos contextos. Respecto a los empleos, se puede decir que una persona de color está “calificada” para un puesto, cuando se da por sentado que los blancos están calificados para esa misma posición (véase Moore, 1992). Además de estas preocupaciones acerca del idioma inglés, también surgen problemas cuando hay más de una lengua implicada. A lo largo de la nación, el asunto de si Estados Unidos debe tener un idioma “oficial” continúa. Algunas personas creen que no hay necesidad de designar un idioma oficial; otras consideran que el inglés debe ser designado como tal y que el uso de cualquier otro lenguaje debe ser desalentado. Recientemente, el consejo de la ciudad en Farmers Branch —un suburbio de Dallas, Texas— adoptó una resolución declarando que el inglés es el idioma oficial en esa ciudad. De acuerdo con esta resolución, el uso del idioma común “quita las barreras del malentendido y ayuda a unir a la gente de Farmers Branch, el estado de Texas y Estados Unidos; y ayuda a la participación cívica completa de todos sus ciudadanos..” (City of Farmers Branch, 2006). Esta resolución se aprobó al mismo tiempo que una ley local que prohíbe a los “inmigrantes ilegales” rentar departamentos en Farmers Branch. ¿Están inmersos en las decisiones de política social los temas sociales y culturales como éstos? Aunque Estados Unidos siempre ha sido una nación de inmigrantes, en las décadas recientes este país ha experimentado cambios rápidos en la población que han traído mayor diversidad de idiomas y culturas. Información reciente recopilada por la U.S. Census Bureau (véase “Perfiles de censo: idiomas que se hablan en los hogares estadounidenses”) indica que aunque más de 80% de la gente en este país sólo habla inglés en casa, casi 20% habla otro idioma. La mayor parte (más de 10% de la población estadounidense) habla español. Si pensamos en el idioma desde una perspectiva funcionalista, vemos que un idioma compartido es esencial para mantener una cultura común. Desde este punto de vista, el lenguaje es una fuerza estabilizadora en la sociedad y un medio importante para la transmisión de la cultura. Mediante el lenguaje los niños aprenden su herencia cultural y desarrollan un sentido de identidad cultural en relación con su grupo. Por ejemplo, los la tinos en Nuevo México y el sur de Texas usan dichos —proverbios o refranes únicos en el lenguaje español — para expresarse y como reflejo de su herencia cultural, Ejemplos de estos dichos incluyen anda tu camino sin ayuda del vecino y amor de lejos es de pendejos. Los di chos pasan de generación en generación como una inva luable tradición verbal con la que la gente da consejos o una lección (Gándara, 1995). Por otra parte, si vemos al lenguaje desde el punto de vista del conflicto, constituye una fuente de poder y un medio para el control social. El lenguaje se puede usar para perpetuar desigualdades entre la gente y los grupos porque las palabras se pueden usar (con o sin intención) para “mantener a la gente en su lugar”. Como sugiere la lingúista Deborah Tannen (1993:B5), “los devastadores odios grupales que dan como resultado mucho sufrimiento en nuestro país y alrededor del mundo están relacionados en su origen con las pequeñas intolerancias que existen en nuestras conversaciones diarias; nuestra prisa por atribuir buenas intenciones a nosotros mismos y malas intenciones a los demás”. El lenguaje, en consecuencia, es un reflejo de nuestros sentimientos y valores. Valores Los valores son ideas colectivas acerca de los que es correcto o incorrecto, bueno o malo y deseable o indeseable en una cultura en particular (William, 1970). Los valores no dictan qué comportamientos son apropiados y cuáles no, pero proporcionan un criterio para evaluar a las personas, objetos y hechos. Los valores vienen típicamente en pares de valores positivos o negativos, como ser valiente o cobarde, trabajador o perezoso. Debido a que usamos valores para justificar nuestro comportamiento, tendemos a defenderlos firmemente (Kluckhohn, 1961). Valores fundamentales estadounidenses. ¿Tienen valores compartidos en Estados Unidos? Los sociólogos están en desacuerdo sobre hasta qué punto la gente de este país comparte un grupo de valores fundamentales. Los funcionalistas tienden a pensar que los valores compartidos son esenciales para el mantenimiento de una sociedad; y los académicos, usando una visión funcionalista, han realizado la mayor parte de la investigación sobre valores fundamentales. Los analistas que se concentran en la importancia de los valores fundamentales sostienen que los siguientes diez valores, identificados hace 40 años por el sociólogo Robin M. Williams, Jr. (1970) todavía son muy importantes en Estados Unidos: 1. Individualismo. La gente es responsable de su propio éxito o fracaso. La habilidad individual y el trabajo arduo son las llaves del éxito. Aquellos que no tienen éxito sólo pueden culparse a sí mismos debido a su falta de habilidad, pereza, inmoralidad u otros defectos de carácter. 2. Logro y éxito. Los logros personales son resultado de la competencia exitosa con otros. Se alienta a los individuos a ser mejores que otros en la escuela y en el trabajo con el fin de obtener riqueza, poder y prestigio. Las posesiones materiales son consideradas como señal de logro personal. 3. Actividad y trabajo. Se alaba a las personas industriosas por sus logros; se ridiculiza a los que se percibe como perezosos. Desde la época de los puritanos, se considera el trabajo como importante. Hasta en su tiempo de ocio, mucha gente “trabaja” durante su descanso. Por ejemplo, piensa en todos los individuos que toman clases de ejercicio, corren maratones, hacen jardinería, reparan autos y otras actividades en su tiempo libre. 4. Ciencia y tecnología. La gente en Estados Unidos tiene mucha fe en la ciencia y la tecnología. Esperan que los avances científicos y tecnológicos controlen finalmente la naturaleza, el proceso de envejecimiento y hasta la muerte. 5. Progreso y comodidad material. Las comodidades materiales no sólo incluyen las necesidades básicas (como techo adecuado, nutrición y cuidado médico) sino los bienes y servicios que hacen la vida más fácil y placentera. 6. Eficiencia y sentido práctico. La gente quiere que las cosas sean más grandes, mejores y más rápidas. Como resultado, se da gran valor a la eficiencia (“¿qué tan bien trabaja”?) y al sentido práctico (“¿es algo factible de hacer?”). 7. Igualdad. Desde la época de la Colonia se han rechazado en Estados Unidos las distinciones de clase abiertas. Sin embargo, “la igualdad” se ha definido como “igualdad de oportunidades” —una oportunidad igual de alcanzar el éxito— y no como “igualdad de resultados”. 8. Moralidad y humanitarismo. Ayudar a otros, especialmente después de un desastre natural (como inundaciones o huracanes), se considera un valor. La idea de ayudar a otros originalmente fue una enseñanza religiosa y estaba unida a la idea de moralidad. Hoy, la gente se involucra en actos humanitarios sin percibir necesariamente que es la acción “moral” por seguir. 9. Libertad. La libertad individual es muy valorada en Estados Unidos. La idea de libertad incluye la de propiedad privada, la habilidad de involucrarse en empresas privadas, libertad de prensa y otras libertades que se consideran derechos “básicos”. 10. Racismo y superioridad de grupo. La gente valora por encima de otros su grupo racial o étnico. Tales sentimientos de superioridad pueden conducir a discriminación; la esclavitud y la segregación son ejemplos clásicos. Mucha gente cree también en la superioridad de su país y que “el estilo de vida estadounidense” es mejor. ¿Crees que estos valores son importantes hoy? ¿Existen valores fundamentales que consideras deben agregarse a la lista? Aunque los sociólogos no han acordado una lista específica de valores fundamentales emergentes, varios analistas sociales han sugerido que algunos valores compartidos adicionales en Estados Unidos incluyen: - Sensibilidad ecológica, con una creciente conciencia de los problemas globales como la sobrepoblación y el calentamiento global. - Énfasis en el desarrollo y mantenimiento de las relaciones mediante la honestidad abierta, justicia y tolerancia de otros. - La espiritualidad y la necesidad de un significado de la vida que va más allá de uno mismo. Contradicciones de valores. ¿Es posible que haya contradicciones entre los valores de la sociedad? Sí, todas las sociedades —incluido Estados Unidos— tienen contradicción de valores. La contradicción de valores son valores que están en conflicto uno con otro o que son mutuamente excluyentes (lograr uno hace difícil, si no imposible, lograr el otro). Hay situaciones en las que los valores fundamentales de moralidad y humanitarismo pueden estar en conflicto con valores de logro individual y éxito. Por ejemplo, los valores humanitarios que se reflejan en la asistencia social y otros programas de ayuda gubernamental siguen en conflicto con los valores que enfatizan el trabajo duro y los logros personales. Hoy, algunas personas se sienten más ambivalentes acerca de ayudar a la gente crónicamente pobre o a los indigentes que ayudar a las víctimas recientes de un gran desastre natural. Por ejemplo, en la secuela del huracán Katrina en 2005, mucha gente estuvo más dispuesta a hacer contribuciones generosas para ayudar a los sobrevivientes de este desastre, que lo que estuvieron para ayudar a los indigentes a lo largo de la nación. Cultura ideal versus real. ¿Cuál es la relación entre los valores y el comportamiento humano? De acuerdo con los sociólogos, no siempre actuamos de acuerdo con los valores que pregonamos. Los sociólogos se refieren a esta contradicción como una brecha entre la cultura ideal y la cultura real. Cultura ideal se refiere a los valo res y estándares de comportamiento que la gente en una sociedad dice tener. Cultura real se refiere a los valores y estándares de comportamiento que la gente realmente sigue. Por ejemplo, podemos decir que respetamos la ley (valor de la cultura ideal) pero fumamos marihuana (comportamiento de la cultura real), o podemos manejar regularmente por encima del límite de velocidad pero pensar que somos “buenos ciudadanos”. Numerosos estudios muestran una discrepancia entre los valores de la cultura ideal y el comportamiento real de la gente. Por ejemplo, un estudio de la Universidad de Arizona conocido como el “Proyecto Basura” analizó los desperdicios domésticos para determinar el índice de consumo de alcohol en Tucson, Arizona. Cuando se preguntó a la gente sobre su nivel de consumo de alcohol, los individuos que viven en algunas áreas de la ciudad reportaron muy bajos niveles. Sin embargo, cuando los investigadores analizaron su basura, encontraron que más de 80% de esos hogares consumían cerveza y que más de la mitad desechaban ocho o más latas a la semana (Haviland, 1993). Este es sólo uno de muchos ejemplos sobre cómo el reporte personal de las creencia o valores de la gente puede diferir de su comportamiento real. Por esta razón, las sociedades tienen normas específicas que gobiernan el comportamiento humano. Normas Los valores proporcionan ideales o creencias sobre el comportamiento pero no dicen explícitamente cómo debemos comportarnos. Las normas, por otra parte, tienen expectativas de comportamiento específicas. Las normas son reglas establecidas de comportamiento o estándares de conducta. Las normas prescriptivas establecen cuál comportamiento es apropiado o aceptable. Por ejemplo, se espera que las personas que ganan cierta cantidad de dinero hagan una declaración fiscal y paguen los impuestos que deben. Las normas basadas en la costumbre nos llevan a abrir la puerta para una persona que carga algo muy pesado. En contraste, las normas proscriptivas establecen cuál comportamiento es inapropiado o inaceptable. Las leyes que nos prohíben manejar por encima del límite de velocidad y los “buenos modales” que te impiden hablar por teléfono celular durante la clase son dos ejemplos. Las normas prescriptivas y proscriptivas operan a todo nivel en la sociedad, desde las acciones diarias hasta la formulación de leyes. Normas formales e informales. No todas las normas tienen la misma importancia; aquellas que son de mayor importancia se formalizan. Las normas formales se escriben e implican castigos específicos para los infractores. Las leyes son el tipo más común de normas formales; se han codificado y se pueden hacer valer por medio de sanciones. Las sanciones son recompensas por comportamiento apropiado o castigos por comportamiento inapropiado. Ejemplos de la sanción positiva incluyen la alabanza, honores o medallas. Las sanciones negativas van desde la desaprobación media hasta la pena de muerte. En el caso de la ley, las sanciones formales están claramente definidas y sólo las pueden aplicar personas en posiciones oficiales (como policía y jueces), quienes tienen la autoridad de imponer dichas sanciones. A las normas que se consideran menos importantes se les llama normas informales, estándares no escritos de comportamiento y que comprende la gente que comparte una identidad común. Cuando los individuos infringen las normas informales, las otras personas pueden aplicar sanciones informales. Las sanciones informales no están claramente definidas y las puede aplicar cualquier miembro del grupo (un gesto o un comentario negativo). Uso popular. Las normas también se clasifican de acuerdo con su importancia social relativa. El uso popular son normas informales o costumbres diarias que pueden violarse sin consecuencias serias dentro de'una cultura en particular (Sumner, 1959/1906). Proporcionan reglas de conducta pero no se consideran esenciales para la supervivencia de la sociedad. En Estados Unidos, el uso popular incluye emplear desodorante, lavarse los dientes y usar ropa apropiada para ocasiones específicas. Con frecuencia, el uso popular no es obligado, las sanciones que resultan tienden a ser informales y relativamente suaves. El uso popular es específico de la cultura; son patrones de comportamiento aprendidos que pueden variar de una sociedad a otra. En Japón, por ejemplo, donde las paredes de los cubículos de los baños llegan hasta el suelo, el uso popular dicta que se debe tocar a la puerta antes de entrar al cubículo (no puedes saber si está ocupado si no tocas). Sin embargo, la gente en Estados Unidos se siente desconcertada si alguien toca en su cubículo (A. Collins, 1991). Costumbres morales. Otras normas se consideran esenciales para la estabilidad de la sociedad. Las costumbres morales son normas profundamente arraigadas que tienen connotaciones morales y éticas en una cultura, que no pueden infringirse sin serias consecuencias. Debido a que las costumbres morales se basan en valores culturales y se consideran cruciales para el bienestar del grupo, los transgresores se exponen a sanciones negativas más severas (como el ridículo, pérdida del empleo o encarcelamiento) que las que se aplican a las normas de uso popular. A las costumbres morales más fuertes se les llama tabúes. Los tabúes son costumbres morales tan fuertes que su violación se considera extremadamente ofensiva y hasta innombrable. La violación de los tabúes es castigada por el grupo o hasta, según ciertos sistemas de creencias, por fuerzas sobrenaturales. El tabú del incesto, que prohíbe las relaciones sexuales entre ciertas categorías de parentesco, es un ejemplo de un tabú casi universal. El uso popular y las costumbres morales proporcionan estructura y seguridad a la sociedad. Hacen la vida diaria más predecible y dan a la gente algunas guías de apariencia y comportamiento. Al viajar los individuos a otros países, se dan cuenta de las diferencias culturales entre los usos y costumbres morales existentes. Por ejemplo, las mujeres estadounidenses que viajan a naciones musulmanas rápidamente se dan cuenta de las costumbres morales basadas en el sharia (los edictos del Corán), que ordena el dominio del hombre sobre la mujer. En Arabia Saudita, por ejemplo, no se permite que las mujeres se mezclen con hombres en público. Los bancos tienen sucursales con cajeras exclusivamente y sólo clientes mujeres. En los hospitales, se supone que las doctoras sólo atiendan a niños y otras mujeres (Alireza, 1990; Ibrahim, 1990). Leyes. Las leyes son normas formales, estandarizadas, que son promulgadas por legislaturas y se hacen cumplir mediante sanciones formales. Las leyes pueden ser civiles o penales. La ley civil lidia con disputas entre personas o grupos. Las personas que pierden demandas civiles pueden ser sancionadas con pagar una compensación a la otra parte o se les puede ordenar suspender cierta conducta. La ley penal, por otra parte, lidia con la seguridad y el bienestar público. Cuando se violan las leyes penales, las sanciopes más probables son multas y cárcel, aunque en algunos estados, se aplica la pena de muerte por ciertas ofensas mayores. Fuente: Kendall, Diana. Sociología en nuestro tiempo. Cengage Learning, México, 2012. Módulo II: Individuo, sociedad y cultura Texto II-2a: La cultura En este capítulo trataremos muchos temas. Pero hay un problema que atraviesa a todos ellos, y que ha sido uno de los ejes centrales de la preocupación de los sociólogos: ¿Cómo es posible el orden social? No es una pregunta trivial. Nuestra experiencia es la de la individualidad: nos sentimos individuos únicos, situados en puntos únicos de la matriz social, que tomamos decisiones también únicas. Sin embargo, como uruguayos nos comportamos de maneras bastante iguales: cultivamos una apariencia bastante similar, hablamos de un modo característico, nos gusta comer las mismas cosas, y tendemos a tener comportamientos previsibles. Nuestras tasas de natalidad varían poco, y nuestra conducta social es bastante reservada. ¿Cómo es posible? ¿Cómo es posible que gente tan distinta se comporte de un modo tan similar, y por tanto, previsible? Ese es el problema del orden. ¿Por qué existe el orden social? ¿Por qué la gente sigue pautas culturales, cumple con las normas sociales y desempeña los roles asignados por su sociedad? Para eso, hay que seguir leyendo. UNO: La sociedad humana“La vida en sociedad no es exclusiva de la especie humana. Múltiples especies animales se adaptan a la naturaleza, formando sociedades: las abejas, las termitas, varias especies de aves, todos los primates. Pero ello no significa que no existan diferencias entre ellas: las sociedades animales están organizadas según pautas determinadas mayoritariamente por la constitución biológica que se transmite por la herencia; mientras que la organización social en las sociedades humanas depende de la cultura. En el primer caso, hablamos de sistemas biosociales, en el segundo, de sistemas socioculturales. (Davis, 1984:30s8). En la sociedad humana, igual que en la de los primates y animales superiores, la organización social no depende de diferencias biológicas estructurales entre sus miembros. En una colmena, las diferentes funciones son cumplidas por individuos biológicamente diferenciados: una reina fértil que pone huevos, y un conjunto de obreras estériles que cambian su función según la etapa de la vida en que se encuentren. Esta rígida división del trabajo no existe entre los hombres, que tienen que aprender a desempeñar las distintas tareas que son necesarias en una sociedad; la ocupación de las personas no viene determinada genéticamente. Con todo lo complejo que pueda parecer el aprendizaje que la persona debe realizar para formar parte de su sociedad y de su cultura y para cumplir determinada función social, no es necesario que abarque todos los contenidos culturales. "La división del trabajo nos permite beneficiarnos de la mayor parte de la cultura sin tener que aprenderla. No sabemos cómo se fabrican los vestidos que usamos ni la comida que comemos; no sabríamos componer una música que disfrutamos, o construir la vivienda donde habitamos. No obstante lo cual somos integrantes de la sociedad y partícipes cabales de estas manifestaciones culturales. La transmisión de destrezas, de pautas de comportamiento y de formas de organización, tiene lugar a través de un medio específicamente humano, como es la comunicación simbólica. El hombre se comunica por medio de símbolos, con los cuales puede expresar no sólo ideas y emociones que vive en ese momento, sino también situaciones pasadas, futuras O imaginadas. El lenguaje, como con junto de símbolos arbitrarios que sirven a la comunicación, parece ser patrimonio exclusivo de la especie humana. Cuando además del lenguaje, la sociedad humana dispone de la escritura, las posibilidades de comunicación aumentan aún más. La trasmisión simbólica deja de ocurrir exclusivamente en el contacto directo entre los sujetos, y puede perpetuarse y difundirse, alcanzando a mu chas más personas en distintos lugares y aun épocas. Otra de las consecuencias que tiene para la sociedad humana el uso de símbolos, es que a través de ellos, los hechos, tanto físicos y naturales como sociales, cobran significado. No sólo sentimos necesidades, experimentamos emociones y mantenemos creencias, sino que les damos un sentido, desarrollamos actitudes hasta ellas y señalamos formas correctas e incorrectas de expresarlas y satisfacerlas. Tenemos necesidad de alimentarnos, pero no comemos cualquier cosa y de cualquier manera; asociamos el alimento con algo placentero y lo convertimos en fuente de gratificación (¿quién no comió un dulce para levantarse cl ánimo?), en ocasión social (¿acaso no comemos en las fiestas?), en un ritual (como en ciertos servicios religiosos), O aun en arte (el culinario). A través del mismo proceso, el impulso al aparcamiento y a la reproducción se convierte en matrimonio e institución familiar, el dominio de unos sobre otros en gobierno, etc.. A partir de aquí, la satisfacción de las necesidades en el hombre deja de tener un carácter meramente biológico y éstas pasan a definirse en términos socio culturales; con lo cual la realidad deja de estar constituida por un solo orden de fenómenos, la de los hechos, y adquiere una nueva dimensión de carácter normativo. Junto al orden de hechos que constituye la sociedad y el mundo que es, aparece otro orden de normas y valores que constituye el mundo y la sociedad que debe ser. DOS: La culturaAlrededor de los años cincuenta, el antropólogo inglés Colin Turnbull estuvo en la selva africana estudiando la vida y las costumbres de los piemeos”. Cuando finalizó su estudio, uno de ellos, particularmente inteligente y aventurero, llamado Kenge, le acompañó de vuelta. De pronto, llegaron manejando hasta un valle en medio del cual se veían, a lo lejos, un grupo de búfalos de agua pastando. Turnbull se los señaló a Kenge: “Mira, búfalos”, a lo que Kenge respondió con una carcajada: ¡Esos no son búfalos! Todos saben que los búfalos son animales grandes, pero aquellos son pequeñísimos!... Deben ser algún tipo de insectos.
Lo que Kenge vio, o mejor dicho, la forma cómo interpretó su percepción, tenía una relación estrecha con las experiencias de su medio cultural. Como veremos, la cultura ayuda al hombre a adaptarse a su medio natural y a interpretar el mundo en el que vive. Viviendo en la selva, en medio de grandes árboles, los pigmeos nunca habían tenido la experiencia de ver algo lo suficientemente lejano como para ver disminuir su tamaño con la distancia. En la medida en que nosotros también vivimos dentro de una cultura y tenemos una visión del mundo conformada por ella, debemos recurrir a este tipo de ejemplos, tomados de culturas muy ajenas, para poder darnos cuenta hasta qué punto resultamos modelados por nuestra herencia cultural. Y es que en principio, no nos damos cuenta de las peculiaridades de la cultura de la que participamos; nuestros modos de pensar, sentir, ver y hablar nos parecen «naturales», y tendemos a reírnos o a asombrarnos si en otros lugares, son distintos. Pero por más diferentes que sean entre sí las distintas sociedades, tanto incluso como la nuestra y la de los pigmeos del ejemplo anterior, aún así hay algo que tienen en común: todas las sociedades humanas tienen cultura, A veces estamos acostumbrados a Hamar «incultos» a los pueblos primitivos o las personas con bajo nivel de educación. Esto es incorrecto desde el punto de vista de las ciencias sociales; todos los pueblos, por más simples que nos parezcan, tienen una cultura, y muchas veces, más compleja que la nuestra en algunos aspectos. “La nuestra (...) es una cultura donde nadie se viste sólo por abrigo, nadie conduce un vehículo sólo para ir de un lugar a otro, nadie come sólo para alimentarse. La elección de la ropa que nos ponemos, de la comida que comemos, del auto que conducimos está connotada por nuestros valores y nuestras creencias, pero sobre todo, por el tipo de mensajes que queremos trasmitir a los demás. Entonces, el auto deja de ser sólo un auto, la comida, sólo comida y la ropa, sólo ropa; ahora son todos símbolos”. ”. Marrero, A., (1996), “Diez temas de Sociología...”, Montevideo, FCU, p. 13. ¿Qué es la cultura? Dos definiciones Tylor: «la cultura es un todo complejo que incluye los conocimientos, las creencias, el arte, la moral, las leves, las costumbres y otras capacidades adquiridas por el hombre como miembro de la sociedad». Redfield: La cultura es «un conjunto organizado de comprensiones convencionales manifestadas en artes e instrumentos y que, perdurando por medio de la tradición, caracterizan a un grupo humano». Tenemos aquí dos definiciones diferentes de cultura; la de Tylor, hace énfasis en los contenidos; la de Redfield, en sus características. Analicemos ambos aspectos. Características de la cultura a) La cultura es constitutiva, y forma parte indispensable del proceso de hominización. El ser humano en cuanto tal es, simultáneamente un ser biológico y cultural. La cultura, por eso, “constituye” a los humanos como especie y es indisoluble con la condición de ser humano. b) La cultura es adaptativa y puede considerarse como el medio específicamente humano a través del cual las sociedades y los grupos se adaptan a su medio físico. Las personas necesitan procurarse alimentos, comer, cobijarse, comunicarse entre sí, etc. pero dentro de ciertas condiciones determinadas por su medio natural. La cultura es el medio del cual se valen los grupos para hacer un mejor uso de los recursos que la naturaleza les ofrece para la satisfacción de sus necesidades. Los nativos de la selva podrán construir sus chozas con juncos, porque son abundantes y dan como resultado viviendas frescas; los esquimales harán sus iglúes con bloques de hielo, porque disponen de él en abundancia y es un excelente aislante térmico. Nosotros no podríamos usar ni lo uno ni lo otro: además de no ser materiales muy comunes, no tendrían mucha utilidad en nuestro clima. c) La cultura es aprendida, no es innata al hombre sino que éste aprende sus contenidos en contacto con los demás miembros del grupo. La gran variedad cultural se explica, justamente por la gran plasticidad del ser humano y su capacidad de responder de modos muy distintos a los mismos problemas adaptativos. Todos los pueblos debemos procurarnos alimentos y comerlos, debemos encontrar algún tipo de organización familiar donde los niños puedan ser cuidados hasta que se puedan valer por sí solos, tenemos que darnos alguna forma de autoridad y también todos debemos cuidar que el grupo se mantenga unido. Pero las formas como solucionamos esos problemas dependen de la cultura dentro de la cual nacemos y de la forma como nuestros mayores nos la trasmuten. d) La cultura es compartida por los miembros del grupo. En las sociedades pequeñas o muy simples, la cultura es uniformemente compartida por todos sus integrantes. Cualquier miembro de una tribu aborigen australiana es un cabal representante de su cultura: habla un idioma, profesa un conjunto de creencias religiosas, tiene una visión del mundo, etcétera, similar a cualquier otro integrante. En cambio, en sociedades más complejas la cultura, si bien es básicamente compartida, no es tan uniforme, y hablamos más bien de cultura dominante. Si elegimos al azar un uruguayo cualquiera, no podemos estar seguros antes de hablar con él, hasta qué punto comparte o no los rasgos dominantes de la cultura. Al interior de sociedades de rápido cambio y muy complejas es posible encontrar grupos cuyas creencias, valores y normas de comportamiento, son diferentes a los de la cultura dominante; en estos casos hablamos de subculturas. Pero cuando dichos valores y normas, no sólo son diferentes sino que son contradictorios con los de aquélla, usamos el término contracultura. Los movimientos hippies que proliferaron en la década de los 60 en las sociedades industrializadas, pretendieron poner en cuestión a toda la cultura dominante, y constituyeron sociedades en las cuales se ponían en práctica valores y normas totalmente distintos: se declaraban a favor de la paz y el desarme, proponían una diferente organización de la familia, rechazaban la sociedad de consumo y se oponían al uso indiscriminado de la técnica. e) La cultura es simbólica, tiene que ver con significados y comprensiones comunes más que con objetos. Algunas veces tendemos a centrar nuestra atención sobre los objetos que una cultura produce, y olvidamos que la mayor parte de dichos objetos no son más que formas de expresión de valores y creencias de esa sociedad. La cultura no son los objetos mismos sino lo que éstos representan. Esto se debe a que la mayor parte de los objetos y elementos que integran la cultura, no tienen un significado independiente de aquel que le otorgamos; los significados son convencionales. Simplemente, nos hemos puesto de acuerdo sobre ellos. Una guiñada, un silbido o un beso, pueden tener significados distintos en distintos contextos y culturas. El mejor ejemplo es el del lenguaje, que es un conjunto de símbolos creado artificialmente y totalmente convencional. Los símbolos que forman el lenguaje representan un objeto o una idea, y gracias a que todos compartimos esos significados es que podemos comunicarnos entre nosotros. Podemos darnos cuenta de que el lenguaje es convencional, ya que distintos pueblos se han puesto de acuerdo para llamar de distinta manera a las mismas cosas y entonces hablan distintos idiomas; incluso dentro de la misma sociedad, hay «jergas» o lenguajes especializados en los cuales algunos objetos e ideas se designan de maneras diferentes. Recapitulando, la cultura es constitutiva, adaptativa, aprendida, compartida por los miembros del grupo y simbólica. ¿Podrías dar más ejemplos de aspectos de tu vida cotidiana que cumplan con estas características? ¿Cómo está formada la cultura? En toda cultura podemos encontrar los siguientes elementos típicos: a) UN CONJUNTO DE CONOCIMIENTOS Y DE CREENCIAS, que nos da información acerca de cómo funciona el mundo y nos permite proveer de sentido a los fenómenos que ocurren y a nuestra propia existencia dentro de él. De lo dicho surge una distinción entre, por un lado, un conjunto de conocimientos de carácter empírico, que básicamente dan información sobre el mundo, y que en nuestra sociedad se encuentran dados por la ciencia y el sentido común; por otro, conocimientos de tipo existencial, que están dados principalmente por la filosofía, la religión, el horóscopo y muchos otros, y que sirven para explicar y dar sentido a problemas como el de la vida y la muerte, el sufrimiento, etc. Las sociedades difieren bastante en el tipo de conocimiento a través del cual explican e interpretan su experiencia cotidiana; sobre todo si comparamos pueblos muy distintos o muy separados en el tiempo. Pero no debemos simplificar las diferencias. Si bien es cierto que en nuestra sociedad disponemos de abundante conocimiento científico que nos permite explicar y predecir acontecimientos, en nuestra vida cotidiana hacemos uso más bien del sentido común o conocimiento vulgar, el que muchas veces contiene elementos mágicos. El evitar pasar por debajo de escaleras, el tener objetos que nos dan “buena suerte”, leer horóscopos, el creer en milagros, son elementos de nuestra vida diaria que, aunque no los veamos como tales, comportan la creencia en eventos Mágicos. Parte importante de los conocimientos de una sociedad se plasman en lo que llamamos cultura material, que es el conjunto de objetos fabricados por los hombres con fines de adaptación al entorno o expresivos: una computadora, un libro, una prenda de vestir, una escultura son ejemplos de ello. b) UN CONJUNTO DE VALORES que en cada sociedad señala lo que para ese grupo humano es deseable, lo que vale la pena alcanzar y lo que merece ser conservado. Aunque por lo general los valores culturales no rigen el relacionamiento diario entre las personas, sirven para inspirar las pautas de conducta aceptadas, las creencias y las normas sociales. Los valores compartidos sirven como parámetros en relación a los cuales juzgar las acciones y los comportamientos concretos de los miembros del grupo, y con los cuales cotejar los fines individualmente perseguidos. Valores como la democracia, la igualdad, la justicia, la libertad de expresión, etc. son bastante característicos de la cultura en nuestra sociedad y se puede decir que son los «valores dominantes». Esto no significa que no puedan existir otros valores, o aún, que no puedan existir grupos dentro de las sociedades que mantengan valores distintos a los dominantes. c) UN CONJUNTO DE NORMAS SOCIALES que rigen la relación entre los miembros de la sociedad y que se inspiran en valores sociales. Las normas pueden ser de distinto tipo, e ir desde simples costumbres o usos, hasta los llamados «mores», tales como el tabú del incesto o la prohibición de matar a otro miembro del propio grupo y que se consideran fundamentales para la supervivencia del grupo. En nuestras sociedades, los mores suelen encontrarse sancionados a través de las normas jurídicas de mayor jerarquía, como la Constitución y las leyes. En subgrupos o colectividades más pequeños, las normas tendrán un alcance más reducido, lo que no las convierte en menos imperativas. Dentro de una prisión, un internado, un hospital o una orden religiosa, las normas y valores del grupo probablemente configuren una subcultura que al sujeto se le presenta como mucho más imperativa que la cultura dominante. d) UN CONJUNTO DE MEDIOS DE EXPRESIÓN SIMBÓLICA. Ya dijimos que la cultura está más constituida más por símbolos que por objetos, y ya nos referimos al valor simbólico que casi cualquier cosa o hecho adquiere en el grupo humano. Conocer las producciones de una sociedad es, por lo tanto, una forma de conocer sus valores y Sus inquietudes. Los productos artísticos de una sociedad, como su música, su danza, su arquitectura, y Su orfebrería, son formas de expresión simbólica, y son medios útiles para comprender las preocupaciones y los placeres cotidianos de su gente. En el mismo sentido, una cultura que produce objetos mayormente utilitarios, también refleja los valores sociales que le son propios. Discutiendo el antropocentrismo, o el “chauvinismo humano”. Solemos insistir, con demasiada frecuencia, en que tal o cual aspecto de nuestra vida es “exclusiva de la especie humana”. No toleramos la idea de ser como los demás animales, y una y otra vez incluimos criterios de distinción con otras especies. Esto ha ocurrido también con el concepto de cultura. Lee el siguiente párrafo y escribe tus reflexiones. “Los chimpancés, por ejemplo, son animales muy culturales. Aprenden a distinguir cientos de plantas y sustancias y a conocer sus funciones alimentarias y astringentes. Así logran alimentarse y contrarrestar los efectos de los parásitos. Tienen muy poco comportamiento instintivo o congénito. No existe una “cultura de los chimpancés” común a la especie. Cada grupo tiene sus propias tradiciones sociales, (...) alimentarias, sexuales, instrumentales, etc. La cultura es tan importante para los chimpancés que todos los intentos de reintroducir en la selva a los chimpancés criados en cautividad fracasan lamentablemente. Los chimpancés no sobreviven. Les falta cultura. No saben qué comer, cómo actuar” (Mosterin, J., “Filosofía de la cultura”, Alianza, Madrid, 1993, p. 54). En cultura, ¿todo es relativo? La decoración de nuestros cuerpos es algo que forma parte de la cultura de los humanos: los pintamos, los cubrimos y los exhibimos de distintos modos, los perforamos para colgar adornos, los tatuamos, y hacemos lo posible para modificarlos con el fin de que se adapten a los gustos del momento o del grupo al que pertenecemos. Estos gustos, naturalmente, varían con el tiempo o dependiendo del lugar donde vivimos. Pensemos, por ejemplo, en las reglas del “buen vestir”: en ocasiones importantes, las normas del ceremonial y de la indumentaria, suelen estar, dentro de cada grupo, bastante bien definidas. Sin embargo, es seguro que nos asombraríamos bastante al comparar qué es “estar bien vestido” o “respetar el ceremonial” de una cultura a otra. Mientras en unos pueblos las personas se atavían con plumas, en otros se usan telas; mientras en algunos usan hojas de plantas y de árboles, en otros se usan fibras tejidas; mientras que para algunos es una regla el usar colores sobrios, en otros predominan los colores vivos. Aún dentro de la misma sociedad, y dentro de la misma familia, los criterios acerca de lo que puede ser “estar bien vestido” puede variar dramáticamente de abuelos a nietos, y eso, porque los dos pertenecen a distintos grupos culturales con diferentes gustos, estilos, y hasta cierto punto, también diferentes valores. También la televisión, el cine y el video nos han ayudado a ver diariamente las diferencias en la apariencia de las personas de distintos lugares, y ya nos hemos habituado a ver gente con atuendos muy variados. Sabemos que esos vestidos son propios de otros lugares y los respetamos como esperamos que se respete nuestro propio modo de vestir. Nos hemos acostumbrado a la diversidad cultural, la hemos aceptado, nos parece bien. En cuanto a la cultura parece cierto aquello de que “todo es relativo”. Pero a veces, las cosas no son tan sencillas. Es fácil cuando pensamos en modos de vestir, donde cada uno puede usar lo que le plazca; o cuando pensamos en comidas, y allí también, podemos comprender que otros pueblos encuentren gusto en comer hormigas y orugas, ya que nosotros encontramos gusto en comer sangre y vísceras de animales muertos. Pero... ¿es igual con todas las pautas culturales? ¿son todas igualmente aceptables? ¿es todo una cuestión de “gustos”? Una respuesta afirmativa a esta pregunta, lleva a lo que se denomina el “relativismo cultural”: Si todas las culturas son, en tanto tales, dignas de respeto, entonces todas las pautas culturales que emanen de esa cultura serían igualmente válidas y merecerían ser conservadas y defendidas. Nadie tendría el derecho de opinar sobre los modos de comportamiento de grupos. Sin embargo, esto no es tan sencillo. Veamos algunos problemas a los que nos enfrenta el relativismo cultural: ¿Debemos defender el trabajo infantil porque se practique en ciertos países? ¿Debemos permitir la ablación del clítoris porque sea una pauta cultural en algunas culturas africanas? ¿Debemos tolerar que se arroje a la pira funeraria del marido muerto a su mujer viva, porque es la tradición en India? El relativismo cultural nos priva, entonces, de defender la dignidad y la vida humana que en principio buscaba respetar. ¿Cómo superar el relativismo cultural? Como dice Antonio Ariño, además de los criterios subjetivos que usamos muchas veces para preferir ciertas pautas culturales antes que otras (por ejemplo, para optar entre orugas o chinchulines, o entre la jota y el candombe), existen criterios éticos y técnicos que nos permiten preferir algunas pautas y oponernos a otras. El simple reconocimiento de la igualdad de todos los seres humanos y de la dignidad del otro, nos impide defender pautas que las vulneren. Si de verdad respeto al otro, y de verdad creo que es igual a mí, no podré tolerar que sea víctima inocente de su grupo, por más que exista una pauta cultural que así lo indique. Consideremos la viuda obligada a arder en la misma pira funeraria de su marido. ¿Respetaré tanto a los hindúes como para hacer que algunos de ellos paguen con su vida el respeto de su cultura? Desde un punto de vista ético, el valor de la vida humana está por encima de la pauta cultural. Pero también hay criterios técnicos. Ante una apendicitis ¿es equivalente una intervención quirúrgica a la intervención de un hechicero? ¿Si te encontraras en una situación así, ¿qué elegirías? ¿y sería sólo por una cuestión de pertenencia “cultural”? ¿o porque sabes que desde un punto de vista científico y técnico, son muy superiores las probabilidades de seguir vivos después de una operación quirúrgica realizada por un buen cirujano? La dimensión evolutiva de los procesos culturales también juega un papel importante en las opciones por unas O por otras pautas. Esto no quiere decir que la evolución sea inevitable, pero hay procesos culturales que, una vez que se producen, son irreversibles o muy difíciles de revertir. Por ejemplo, hace veinte años, es posible que yo estuviera escribiendo este libro con una máquina de escribir. Hace doscientos años, se escribía con tinta y pluma. Hoy en día, ¿quién usaría esos medios técnicos, existiendo la computadora y el procesador de textos? Por otro lado, hace doscientos años, muy pocos jóvenes de tu edad estaban todavía estudiando. Hoy en día, el seguir estudiando es cada vez menos, una cuestión de libre elección, para convertirse en una especie de requisito de adaptación a un mundo que cambia muy rápido. Como vemos, el relativismo cultural nos lleva a un callejón sin salida. Al poner todas las pautas culturales en pie de igualdad, y sostener que todas son igualmente válidas, termina sosteniendo que todas son, al fin y al cabo, igualmente infundadas y arbitrarias. Pero sobre todo, el relativismo nos priva de utilizar criterios éticos y científicos para preferir aquellas pautas que pueden mejorar las condiciones de desarrollo de la dignidad y de la vida de las personas, no importa de qué sexo, color, o edad sean. Fuente: Marrero, Adriana. Introducción a la sociología. FCU, Montevideo, 2008.
Módulo II: Individuo, sociedad y cultura
Texto II-1: Sociedades humanas y sociedades animales UNO: Cultura y sociedad
Entre los conceptos más utilizados en sociología figuran los de Cultura y Sociedad, que analizaremos en este capítulo. Cuando utilizamos el término "cultura" en la conversación diaria, generalmente lo consideramos equivalente a "los aspectos más elevados de la mente", como el arte, la literatura, la música y la pintura. Tal como lo emplean los sociólogos incluye tales actividades, pero también otras. La cultura tiene que ver con las formas de vida de los miembros de una sociedad o de sus grupos. Incluye el modo de vestir, las costumbres matrimoniales y la vida familiar, las pautas laborales, las ceremonias religiosas y los pasatiempos.
"Cultura" se distingue conceptualmente de "sociedad", pero existe una estrecha relación entre ambos conceptos. Una sociedad es un sistema de interrelaciones que vincula a los individuos. En este sentido, Gran Bretaña, Francia y los Estados Unidos, por ejemplo, son sociedades compuestas por millones de personas pero, como veremos en el siguiente capítulo, otras sociedades son mucho más pequeñas. Ninguna cultura podría existir sin sociedad pero, del mismo modo, no puede haber una sociedad carente de cultura. Sin cultura no seríamos en absoluto "humanos", en el sentido en que normalmente entendemos este término. No tendríamos una lengua en la que expresarnos ni conciencia de nosotros mismos y nuestra habilidad para pensar y razonar se vería considerablemente limitada. ¿,Hasta qué punto se diferencia el ser humano de los animales por este tipo de características? ¿De dónde proceden nuestros rasgos puramente "humanos"? ¿Cuál es la naturaleza del ser humano? DOS: La especie humana
Charles Darwin, pastor de la Iglesia de Inglaterra, publicó su obra El origen de las especies en 1859, después de dos viajes alrededor del mundo a bordo del buque de la armada británica Beagle. Partiendo de minuciosas observaciones de las distintas especies animales, Darwin elaboró una visión del desarrollo de los seres humanos y de los animales muy distinta de las mantenidas hasta entonces. Después de él quedó eliminada la posibilidad de que, como había sido frecuente en el pasado, se creyera en la existencia de seres mitad bestias y mitad humanos. Darwin aspiraba a encontrar una continuidad de desarrollo entre los animales y los seres humanos. Según él, nuestras características humanas emergieron de un proceso de cambio biológico que se remonta a los orígenes de la vida en la Tierra, hace más de tres mil millones de años. La visión que Darwin tenía de los humanos y de los animales era para muchos más difícil de aceptar incluso que la de las criaturas mitad bestia mitad hombre. Puso en acción tina de las teorías más debatidas, y también más convincentes, de la ciencia moderna: la teoría de la evolución.
La evolución Según Darwin, el desarrollo de la especie humana se produjo como resultado de un proceso aleatorio. En muchas religiones, incluida la cristiana, se considera que los animales y los seres han sido creados por voluntad divina. La teoría evolucionista, por el contrario, cree que el desarrollo de las especies animales y de la humana carece de intencionalidad. La evolución es resultado de lo que Darwin llamó selección natural. La idea de la selección natural es sencilla. Todos los seres orgánicos necesitan para subsistir alimentos y otros recursos, tales como protección frente a las inclemencias del tiempo; sin embargo, no existen suficientes recursos para mantener a todos los tipos de animales que existen en un momento dado, ya que su prole es más extensa que la que el medio es capaz de alimentar. Los mejor adaptados al medio sobreviven, mientras que otros, menos capaces de soportar sus adversidades, perecen. Algunos animales son más inteligentes, más rápidos o tienen una mayor agudeza visual que otros. En la lucha por la supervivencia poseen ventaja sobre los menos dotados, viven más tiempo y son capaces de procrear, transmitiendo sus cualidades a las generaciones siguientes. Han sido "elegidos" para sobrevivir y reproducirse. Existe un proceso continuo de selección natural debido al mecanismo biológico de la mutación, que es un cambio genético aleatorio que altera las características de algunos individuos de una especie. La mayor parte de las mutaciones son o bien perjudiciales o bien inútiles en cuanto a su valor para la supervivencia, pero algunas proporcionan al animal una ventaja competitiva sobre los demás: los individuos que poseen los genes mutantes suelen sobrevivir a costa de los que carecen de ellos. Este proceso explica tanto los cambios menores dentro de una especie como las grandes transformaciones que conducen a la desaparición de especies enteras. Por ejemplo hace muchos millones de años los reptiles gigantes habitaban diversas regiones del mundo. Su tamaño se convirtió en un inconveniente, al sufrir otras especies menores mutaciones que les proporcionaban una mayor capacidad adaptativa. Los primeros ancestros de los humanos se encontraban entre estas especies. Seres humanos y simios Hoy día está generalmente admitido el hecho de que la vida tuvo su origen en los océanos. Hace unos cuatrocientos millones de años aparecieron las primeras criaturas terrestres. Algunas de ellas evolucionaron hasta convertirse en grandes reptiles que, posteriormente, fueron desplazados por los mamíferos. Los mamíferos son criaturas de sangre caliente que se reproducen mediante relaciones sexuales. Aunque los mamíferos eran de un tamaño mucho menor que los grandes reptiles, eran más inteligentes y ágiles. Los mamíferos tienen una mayor capacidad de aprendizaje por medio de la experiencia que otros animales y esta capacidad ha alcanzado su máximo desarrollo en la especie humana. Los seres humanos pertenecen a un grupo de mamíferos superiores, los primates, que aparecieron hace unos setenta millones de años. Nuestros parientes más cercanos entre las especies animales son el chimpancé, el gorila y el orangután. Se dice que, al conocer la interpretación darwiniana de la evolución, la esposa del obispo de Worcester dijo: "¿Descendientes de los monos? Querido, esperemos que no sea cierto. Pero, si lo es, ojalá no se difunda la noticia". Como muchos otros desde entonces, malinterpretó lo que supone la evolución. Los seres humanos no descienden de los monos, sino que ambos han evolucionado a partir de especies mucho más primitivas que vivieron hace muchos millones de años. [...] Instintos y necesidades biológicas La mayoría de los biólogos y sociólogos comparten la idea de que los seres humanos no tienen "instintos". Tal afirmación contradice no sólo la hipótesis de la sociobiología sino también lo que la mayoría de la gente cree. ¿Acaso no hay muchas cosas que hacemos de un modo "instintivo"? Si alguien da un golpe, no parpadeamos o nos asustamos instintivamente? De hecho, éste no es buen ejemplo de instinto si el término se emplea con precisión. Para la biología y la sociología, un instinto es una pauta de comportamiento compleja y determinada genéticamente. Los rituales de cortejo de muchos animales inferiores se consideran instintivos en este sentido. El espinoso (un pequeño pez de agua dulce), por ejemplo, tiene un complicado sistema ritual que deben seguir tanto el macho como la hembra para que se produzca el apareamiento (Tinbergen, 1974). Cada pez produce una elaborada serie de movimientos a los que responde el otro, dando lugar a una compleja "danza de apareamiento". Se trata de una pauta genética para el conjunto de la especie. Un guiño o un rápido movimiento con la cabeza, como respuesta espontánea y anticipada a un golpe, son actos reflejos y no un instinto. Son respuestas simples, no una elaborada pauta de comportamiento, y no se consideran "instintivas" en sentido técnico. Los seres humanos nacen con una serie de reflejos básicos como la reacción de guiñar el ojo y la mayor parte de ellos parecen tener un valor de supervivencia evolutivo. Los bebés humanos, por ejemplo, succionan un chupete o cualquier otro objeto similar. Un niño pequeño alza los brazos en busca de apoyo cuando pierde repentinamente el equilibrio y retira la mano bruscamente cuando toca una superficie muy caliente. Es obvio que cada de estas reacciones es útil para adaptarse al medio. Los seres humanos tienen además una serie de necesidades biológicas. Nuestra necesidad de alimento, bebida, sexo y de ciertos niveles de temperatura corporal tiene un fundamento orgánico, pero el modo en que estas necesidades se satisfacen o se manejan varía enormemente en cada cultura y dentro de ellas. Por ejemplo, todas las culturas suelen tener una forma de cortejar establecida pero, aunque esto se relaciona con la naturaleza universal de las necesidades sexuales, su expresión en diferentes culturas -Incluyendo el mismo acto sexual- varía enormemente. La posición habitual para el acto sexual en la cultura occidental es con la mujer tumbada boca arriba y el hombre encima de ella. Esta posición se considera absurda en otras sociedades, en las que es posible que el acto se realice yaciendo lateralmente, o con la mujer encima del hombre, o el hombre contra la espalda de la mujer, o en otras posiciones. Por tanto, la forma que tienen las personas de satisfacer sus necesidades sexuales responde a un aprendizaje cultural y no a una determinación genética. Además, los humanos pueden anular sus necesidades biológicas con unos medios que no parecen tener paralelo entre los animales. Los místicos religiosos son capaces de ayunar durante largos períodos. Los individuos pueden optar por el celibato durante toda su vida adulta o parte de ella. Todos los animales, incluyendo a los seres humanos, tienen una tendencia hacia la auto conservación pero, a diferencia de otros animales, los humanos pueden actuar deliberadamente en contra de esa tendencia, arriesgando su vida al practicar el montañismo u otras arriesgadas actividades, e incluso suicidándose. Fuente: Giddens, Anthony. Sociología. Alianza Editorial, España, 2000. Videos
#1 - 2001: Odisea espacial (Stanlick Kubrick, 1968) [Corto]
#2 - 2001: Odisea espacial (Stanlick Kubrick, 1968) [Largo]
#3 - Sociedades humanas y sociedades animales
Monolito de 2001: Odisea espacialGeorg Simmel: una sociología de las formasCuando los estudiantes se encuentran por primera vez con la sociología, invariablemente oyen hablar de los tres gigantes (Marx, Durkheim y Weber) a los cuales hemos mencionado en varias ocasiones en este libro. Es posible que oigan algo de un cuarto «teórico fundador» —Simmel (1858-1918)— pero raramente lo estudiarán con detalle. No obstante su influencia ha sido muy profunda. Simmel adoptó un enfoque hacia la sociología característico y de gran alcance, estudiando muchos aspectos desde el dinero y el género hasta las ciudades y los «extranjeros». Veía la sociedad como interacción, y estaba convencido de que la tarea del sociólogo consistía en estudiar las redes interactivas en las que entraban a formar parte las personas. [...] Simmel inventó un estilo de sociología conocido como sociología formal: una sociología que estudia las formas de interacción que subyacen a la sociedad. Para ello, distinguió entre contenido y forma. La vida social trata del contenido en la medida en que estudia aspectos tales como el matrimonio, la guerra, la educación y el consumo de drogas. Pero para que la sociología sea sistemática necesita algo más que los estudios de pequeñas áreas de la vida social y sus contenidos. Necesita reconstruir los procesos sociales subyacentes, comunes a todas las áreas de la vida social. Por ejemplo, un proceso relativamente frecuente es el conflicto. El investigador puede analizar los matrimonios, las guerras, la educación y el consumo de drogas y, por lo general, encontrará elementos de interacción social que involucran conflicto. Los sociólogos, en fin, deben no solo estudiar los contenidos sino también las formas. Fuente: Macionis, John J. y Plummer, Ken. Sociología. Pearson Educación, Madrid. 2011. El individuo y la sociedad: Las formas y los contenidos de la sociedadGeorg Simmel nació en Berlín en 1858 y murió en Estrasburgo en 1918. Pese a haber sido ignorado por el mundo académico de la época, la obra que Simmel dejó escrita entre finales siglo XIX y principios del XX, lo colocan en el mismo nivel a de los conocidos padres de la sociología (Marx, Durkheim y Weber). Desarrolló una sociología macrosociológica de las formas de la sociedad al tiempo que una microsociología de los contenidos de la sociedad. Simmel, como Weber, parte de las interacciones individuales a la hora de definir a la sociedad. Cree que son los individuos en sus acciones recíprocas las que crean las estructuras sociales que se superponen encima de ellos. El individuo parte de la libertad creativa, que Simmel asocia a los contenidos de la sociedad, pero inconscientemente crean una red de formas de la sociedad como el conflicto, la dominación y las normas, a las que luego termina sometido. Los seres humanos son quienes crean la sociedad, y no la sociedad quienes crean al individuo. De una manera similar al pensamiento de Marx, que piensa la sociedad en términos dialécticos y de conflicto, Simmel hará lo propio cuando piensa en la relación entre individuo y sociedad. La manera en que la sociedad logra la cohesión de los individuos es a través de las formas de la sociedad, que mediante la aplicación de modelos y reglas logra socializar, normalizar, institucionalizar y estandarizar la vida exterior y particular de los individuos. Simmel reserva al individuo una interioridad, una vida íntima, como un contenido de la sociedad que se halla en conflicto contra las formas de la sociedad que él mismo, paradójicamente, ha creado. Si las formas de la sociedad responden al orden social, los contenidos de la sociedad refieren a la libertad individual. Debido a ello, es que Simmel no considera a la sociedad como una realidad exterior, estática o permanente, sino como un proceso emergente (es decir, a una creación que parte de las interacciones individuales). Los contenidos de la sociedad son para Simmel los sentimientos, los intereses, los impulsos y los objetivos de los individuos. De este hecho es que Simmel concluye que los individuos, pese a que hayan creado formas de la sociedad que se independizan de ellos mismos, siempre se encontrarán en conflicto contra ellas. Las formas de la sociedad, dirá Simmel, nunca terminarán por consolidarse debido a este perpetuo conflicto con los contenidos de la sociedad, es decir, con el individuo. Toda forma social tiende al cambio, porque el individuo siempre se haya en conflicto con ella. El dinero, una de las formas de la sociedad por excelencia, es uno de los mejores ejemplos de la sociología de las formas y los contenidos de Simmel. Los individuos, movidos por sus intereses (por los contenidos de la sociedad) se vieron necesitados del comercio del trueque para intercambiar los productos que tenían en exceso por productos de los que carecían. Luego de desarrollar esta actividad, para sustituir al trueque inventaron el dinero (o sea, crearon una forma de la sociedad). Simmel concluye que luego de esta operación, el dinero adquiere vida propia, se independiza de sus creadores, y termina por transformar y dominar la vida de los individuos. Fuente: Leonardo Pittamiglio en base a Montoussé, Marc; Renouard, Gilles. Cien fichas para aprender sociología. Ed.: Vicens-Vives. Barcelona [España], 2001. El conflicto individuo-sociedad en el pensamiento de Georg SimmelEl pensamiento contractualista partía del individuo y su estado de naturaleza, la sociedad se deducía de aquel mediante la creación de un contrato, renunciando el individuo a la libertad de tal estado se subsumía a la autoridad social. Durante el siglo XIX autores como Émile Durkheim dentro del paradigma positivista, comienzan a pensar la relación individuo-sociedad de una manera distinta. Los hechos sociales eran el objeto de estudio de la sociología otorgándole una jerarquía fundamental a la sociedad. En este sentido, definía a la sociedad como una realidad “sui generis” que excedía al conjunto de los individuos imponiéndose sobre ellos a través de la coerción y coacción. Durkheim partía del modo inverso al de los contractualistas, la sociedad era ahora el punto de partida para explicar las configuraciones universales. Pero esta forma dominante de pensamiento científico comienza a resquebrajarse hacia fines del siglo XIX y principios del XX dando lugar a nuevas corrientes que pretenden comprender el sentido de las acciones sociales y repensar el rol del individuo. En esta de crisis del positivismo se ubica el pensamiento de Georg Simmel (1858-1918) [...]. Formas de la sociedad y Contenidos de la sociedad Simmel reivindica a la sociología como ciencia capaz de ser autónoma por medio de la distinción forma/contenido proponiendo una nueva forma de pensar nuestra ciencia. Si bien a lo largo de su obra pueden registrarse diferentes temáticas que hacen a su pensamiento, es evidente que existe una preocupación importante por la relación individuo/sociedad caracterizada como una tensión fundamental de “lo social”. Las preocupaciones de la sociología van a reflejar el contexto de una determinada época marcada por el avance de la sociedad sobre el individuo. ¿Cómo es posible lo sociedad? Simmel entiende la sociedad como una configuración dinámica de factores determinada por las acciones reciprocas entre los hombres, la sociedad aparece como el producto de la multiplicidad de individuos socializándose y ello explica la determinación primordial del individuo: el estar socializado. El concepto de sociedad aparece como estático e hipostasiado, con lo cual es preferible definir el objeto de la sociología mediante la noción de socialización que se focaliza en el estudio de los efectos y acciones reciprocas entendiendo el carácter construido de lo social. A su vez, es de vital importancia destacar que la sociología se enfoca en estudiar las formas que adquieren las acciones reciprocas aislándola de los contenidos ya que refieren a una dimensión asocial relacionada a los impulsos, fines y propósitos que son estudiados por la psicología. [...] Resistencia a la consolidación de las Formas de la sociedad Simmel nos llevaría a pensar que efectivamente el individuo puede soportar la presión de la sociedad reservándose una esfera íntima depositada en su interioridad singular. De cualquier manera, el autor no pretende caer en una ingenuidad conceptual, por eso mismo destaca al individuo como creador y miembro de la sociedad. Este no se encuentra por fuera de la sociedad pero tampoco es un autómata receptivo incapaz de valorizar su individualidad y actuar autónomamente. “De la misma manera, en calidad de seres sociales, no vivimos en derredor de un centro autónomo, sino que en cada momento estamos formados por relaciones recíprocas con otros,..” (Simmel, G.) De este modo, el autor nos invita a pensar la tensión que recupera este trabajo, el individuo aparece como ser social porque la realidad del hombre no puede escindirse en social o individual, existe una simultaneidad de determinaciones que conforma una unidad ineludible. El individuo es entonces, a la vez parte y todo, singularidad y producto de la sociedad, interioridad y exterioridad como formas del hombre. Fuente: Ramiro Perez Ripossio (2013). El conflicto individuo-sociedad en el pensamiento de Georg Simmel. X Jornadas de Sociología. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires. Simmel en sus propias palabrasLos problemas más profundos de la vida moderna se derivan de la demanda que antepone el individuo, con el fin de preservar la autonomía e individualidad de su existencia, frente a las avasalladoras fuerzas sociales que comprenden tanto la herencia histórica, la cultura externa, como la técnica de la vida. Fuente: Simmel, Georg. La grandes urbes y la vida del espíritu (El individuo y la libertad, 1903). Barcelona, Península, 1986. Video: King Vidor, El manantial (1959) |
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Octubre 2020
AutorLeonardo Pittamiglio |