Módulo II: Individuo, sociedad y cultura Texto II-6: Control social El problema del control social La Sociología comienza con dos hechos básicos: la conducta humana sigue normas regulares y recurrentes, y la gente, en todas partes, vive con los demás y no sola. En su mayor parte, las regularidades en la conducta humana reflejan la presencia de la cultura y de un repertorio ordenado de relaciones sociales, y nuestro análisis se ha ocupado de algunas de las principales formas en que está organizada la vida social, así como de la manera en que las instituciones definen y controlan los actos de los hombres. Así, aunque el orden social está mantenido en cierto sentido por las normas que rigen las relaciones existentes entre los hombres —tradiciones, costumbres, leyes y otras reglas—, debemos explicar aún por qué los hombres se conforman generalmente a las instituciones que definen la conducta apropiada o exigida. La conformidad, de la que nos ocuparemos aquí, es corrientemente, para muchos norteamericanos, un schiimpfwort, término odioso que sugiere una creciente estandarización de la acción, la actitud y la creencia, y una decreciente voluntad de enfrentarse a las mareas prevalecientes de opinión y moda. Solamente si la sociedad estuviese ordenada como un panal o un hormiguero habría una completa conformidad. Algunas áreas de la conducta permanecen no reguladas en todas las sociedades, y aun dentro de una sociedad totalitaria el material humano refractario encuentra a menudo diversas técnicas para oponerse a la subordinación total. Sin embargo, el significado de la individualidad y la no conformidad se encuentran sólo en relación a las normas sociales a que debe conformarse el mayor número de personas durante el mayor tiempo. La gente está obligada a obedecer los dictados de su cultura según formas diferentes. Desde un punto de vista, las obligaciones son externas, derivadas de la cultura y de las demandas de la vida social, las cuales operan en las situaciones concretas en que se encuentran los hombres. Hemos visto ya cómo el poder, la autoridad y la religión sirven para imponer el respeto a las normas sociales, y hay otras formas institucionales de control social que deben ser examinadas. Desde otra perspectiva, las obligaciones son internas, derivadas de las necesidades, los deseos y los intereses del individuo. En cierto sentido, estas presiones internas son también desarrollables (biográfica e históricamente), ya que se incorporan a la persona a lo largo de su experiencia social. Estas dos formas de control social —internas y externas— están estrechamente interrelacionadas. Nuestra tarea consiste aquí en ver cómo la conformidad a la costumbre llega a ser un hábito personal o una obligación; cómo la aceptación de la autoridad llega a ser parte de la personalidad; y cómo los objetivos socialmente sancionados llegan a convertirse en ambiciones privadas. Las respuestas a estas cuestiones necesariamente destacan la influencia de la cultura y la sociedad sobre el individuo, pero no es preciso considerar a la persona como una mera creación de su medio social. Como ya señalamos antes, la relación entre el individuo y la sociedad es continua y dinámica, e implica procesos recíprocos. Esta relación es a veces armónica, a veces antagónica. La adhesión a las normas sociales —que con frecuencia admite alguna variación en la conducta— puede ser espontánea y voluntaria, libre de incertidumbres y dudas. Pero también puede ser reluctante y opuesta a la voluntad, o incluso ser aceptada solamente bajo la imposición o la amenaza de la fuerza física, O de otras fuertes sanciones externas. Además, siempre hay aquellos que desprecian algunas o incluso la mayoría de las normas sociales, y tienden a desviarse de sus exigencias. Ningún individuo obedece todas las reglas en todo momento; es decir, nadie refleja exactamente la cultura, un hecho que es inherente a la vida social como sabemos bien. Fuente: Chinoy, Ely. La sociedad. Una introducción a la sociología. FCE, México, 1966. El origen del control social La mayor parte de las normas sociales tienen, como se ha visto, una estructura bifronte: son estrategias o esquemas de acción, y desde este punto de vista facilitan y dinamizan la acción social y, por otra parte, coaccionan al individuo desviado para que se integre o se reintegre en un orden social más o menos consensuado. Normas sociales y control social son fenómenos y conceptos que se implican mutuamente. No existen sociedades sin control social, como no existen sociedades sin normas. Dos tradiciones o tendencias se enfrentan en este terreno: la tradición sociológica que acentúa la unidad social y el papel primordial de los sistemas normativos, y la tradición que se fija sobre todo en el conflicto, el poder y el control. La primera destaca las funciones sociales e individuales del control social: toda persona se encuentra limitada y condicionada por su grupo, su comunidad y su sociedad, y esta limitación y condicionamiento cumplen funciones para la sociedad y los grupos, así como para el mismo individuo si éste comparte los valores y las metas de aquéllos. La segunda niega rotundamente las funciones sociales del control con la misma energía con que rechaza la posibilidad de un consenso moral auténtico (el marxismo ortodoxo). Para comprender óptimamente las posturas de los sociólogos sobre el control social, conviene tener en cuenta que tanto la «mirada sociológica» centrada obsesivamente en el aspecto consensual del control, como la que no percibe sino el aspecto coercitivo o coactivo, dan muestra de un estrabismo sociológico igualmente nocivo. La primera peca de conservadora, ahistórica y estática. La segunda tiende a ignorar el alto nivel de inercia social, de conformidad y de aceptación del mundo social tal como parece ser que proliferan en todas las sociedades. Control social interno y externo Los sociólogos distinguen dos tipos de control social: el interno, ejercido por el mismo individuo sobre sus acciones, y el externo, consistente en las presiones que la sociedad despliega sobre el individuo para inducirlo a un determinado nivel de conformidad. El control social interno, producto en gran parte de una socialización exitosa, se realiza de tres formas principales: la internalización, la identificación y la obediencia o sumisión. - La internalización tiene lugar cuando el individuo acepta las normas sociales y las expectativas de sus roles como sus propios criterios normativos, los incorpora a su personalidad, los «hace suyos», hasta el punto de que es ya su mente y su personalidad total lo que le impulsa a conformarse a esas normas. En caso de violación de las normas, el sentimiento dominante sería el de culpabilidad, aunque nadie se percate de su falta. El individuo «violador» suele castigarse a sí mismo con mayor o menor severidad. La internalización es en gran medida un proceso inconsciente. Tres grandes pensadores: un sociólogo, un psicólogo social y un psicólogo coincidieron a comienzos de este siglo en destacar la importancia de la internalización, aunque desde diferentes perspectivas y con distintos términos: Durkheim habló de la «conciencia colectiva» que se refleja a través de la conciencia de cada individuo; Mead insistió en el «otro generalizado», y Freud estudió los efectos del «super-ego» sobre la personalidad. - La identificación del individuo con un grupo o con una organización social se traduce lógicamente en el deseo de establecer relaciones con ellos y, por consiguiente, induce al individuo a aceptar las normas y criterios del grupo. No hay internalización, pero sí aceptación voluntaria, por lo que no son necesarias presiones externas. A veces, el individuo que no pertenece a un grupo, pero que desea ser aceptado por él, demuestra su voluntad de ser incorporado al grupo mediante la sumisión a sus normas. Los sociólogos hablan entonces de «grupos de referencia» . - La obediencia o sumisión es un proceso más prosaico, del que todos tenemos experiencia personal y directa: el individuo se pliega a los criterios y las normas de un grupo con esperanza de obtener beneficios de su conformidad, bien consiguiendo recompensas o evitando castigos y sanciones. En todo caso, la obediencia voluntaria está basada siempre en un cálculo más o menos racional de la conveniencia personal. El control social externo es más «visible» que el interno, aunque no enteramente transparente. Consiste esencialmente en las presiones de la organización -grupo, comunidad, sociedad...- como medio de conseguir la conformidad en los individuos. Este tipo de control no es totalmente transparente, pues su primera forma -«la manipulación de la situación social en la que actúa el individuo»- consiste en una malla de medidas indirectas que hacen posibles unas acciones sociales e imposibles o muy difíciles otras. Los sociólogos citan tres: «abrir y cerrar puertas a la interacción»; «cambiar la estructura de una organización»; y «controlar la socialización a fin de inculcar determinadas normas y valores». Tres ejemplos muy sencillos: - enviar el hijo a un colegio de élite «le abre las puertas» a determinados grupos y amistades y «le cierra la puerta» a otros no deseados; - reestructurar los grupos de trabajo en una empresa para que los trabajadores participen en la toma de decisiones, etc., puede incrementar la productividad; - «encerrar» a los futuros oficiales del ejército en academias donde los contactos con el exterior son casi nulos y los candidatos son sometidos a demandas y presiones constantes, parece ser la forma óptima de inculcar normas y valores militares y una estricta disciplina (Goffman ha inventado el término de «instituciones totales» para designar este tipo de establecimientos, existentes también en otros ámbitos sociales). La segunda forma de control externo es más conocida: la aplicación de recompensas y castigos a los individuos para obtener la conformidad con las normas de la organización y de la sociedad. Las sanciones sociales, de infinita y pintoresca variedad, pueden ser interpersonales -la alabanza o el ostracismo-, organizacionales -la promoción en una empresa-, económicas -multas o recompensas monetarias-, simbólicas -la imposición de una medalla-, y físicas -la cárcel-o Es convicción muy extendida que esta segunda forma de control externo es la menos eficaz, sobre todo por los problemas que implica: la dificultad de vigilar a todos los actores sociales todo el tiempo, la necesidad de conseguir que el entorno del «castigado» o del «recompensado» refuerce el efecto inicial -habitualmente muy escaso- del premio o del castigo, y la misma naturaleza de los premios -tienden a convertirse en «derechos» si son muy frecuentes- y de los castigos, que sólo provocan un comportamiento mínimamente aceptable, pero jamás consiguen que el individuo se comprometa totalmente con las normas y con el grupo o la sociedad. Definición de control social El control social se refiere a las prácticas sistemáticas que desarrollan los grupos sociales con el fin de fomentar la conformidad con las normas, reglas y leyes y desalentar la desviación. Kendall, Diana. Sociología en nuestro tiempo. Cengage Learning, México, 2012. Los sistemas de control social En su Invitación a la sociología (1963), Peter Berger, desde una perspectiva humanista, invita al lector a percibirse a sí mismo en el centro de una serie de círculos concéntricos, cada uno de los cuales representa un sistema social del que fluyen los diferentes medios de control social que la sociedad utiliza para obtener conformidad y obediencia: violencia física, presión económica, persuasión, sentimiento de ridículo y oprobio, murmuración, deseos de aceptación por los otros y por el grupo, ostracismo, etc. Fuente: González Anleo, Juan. Para comprender la sociología. Ed. Vervo Divino, España, 1991. Imágenes
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Módulo II: Individuo, sociedad y cultura Texto II-5: Rol y estatus UNO: EstatusEl estatus es una posición socialmente definida en un grupo o sociedad, caracterizada por ciertas expectativas, derechos y deberes. El estatus existe independientemente de la gente especifica que lo ocupa (Linton, 1936); el estatus del atleta profesional, del músico de rock, del profesor, del estudiante universitario y el indigente, existen independientemente de la persona que ocupa esas posiciones sociales. Por ejemplo, aunque miles de nuevos estudiantes llegan a la universidad cada año para ocupar el estatus de alumnos de primer año, el estatus de estudiante universitario y las expectativas que conlleva esa posición permanecen relativamente sin cambios desde hace cientos de años. ¿Se refiere el término estatus solamente a una posición elevada en la sociedad? No en el sentido sociológico. Áunque mucha gente iguala el término estatus con altos niveles de prestigio, los sociólogos lo usan para referirse a todas las posiciones definidas socialmente; de alto o bajo nivel. Por ejemplo, la posición del director del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Washington, D.C. y la de un indigente que gana cinco dólares a la semana (más cama y asistencia) por limpiar el comedor en un albergue son estatus sociales (véase Show y Anderson, 1993). Tómate un instante para responder “¿quién soy?”. Para determinar quién eres, debes meditar sobre tu identidad social, que se deriva del estatus que ocupas y se basa en tu conjunto de estatus. Un conjunto de estatus comprende todos los estatus que una persona ha ocupado en un momento dado. Por ejemplo, María puede ser psicóloga, profesora, esposa, madre, católica, voluntaria, residente de Texas y latina. Todas estas posiciones definidas socialmente constituyen su conjunto de estatus. Estatus atribuido y adquirido. El estatus se distingue según la forma en que lo adquirimos. Un estatus atribuido es una posición social conferida en el nacimiento o que se recibe de forma involuntaria posteriormente, basada en atributos sobre los que el individuo no tiene ningún control, como raza/etnia, edad y género. Por ejemplo, María es una mujer nacida de padres mexicanoamericanos, este estatus lo adquirió al nacer. Es una adulta y —si vive lo suficiente— se convertirá en una “adulta mayor”, el cual es un estatus atribuido que se recibe posteriormente en la vida. Un estatus adquirido es una posición social que una persona asume voluntariamente como resultado de una decisión personal, mérito o esfuerzo directo. El estatus adquirido (como la ocupación, educación e ingreso) se cree que se obtiene como resultado de la habilidad personal o la competencia exitosa. La mayoría de las posiciones ocupacionales en las sociedades modernas son estatus adquiridos. Por ejemplo, María asume voluntariamente el estatus de psicóloga, profesora, esposa, madre y voluntaria escolar. Sin embargo, no todos los estatus adquiridos son posiciones que la mayoría de la gente quiere tener; por ejemplo, criminal, drogadicto o indigente es un estatus adquirido negativo. El estatus atribuido tiene una influencia significativa sobre el estatus adquirido que ocupamos. La raza/etnia, género y edad afectan las oportunidades de cada persona para adquirir cierto estatus. Es más probable que aquellos que son privilegiados por su estatus atribuido positivo obtengan las posiciones más prestigiadas de la sociedad. Las personas que están en desventaja por su estatus atribuido tienen más posibilidades de obtener un estatus adquirido negativo. Estatus maestro. Si ocupamos muchos estatus, ¿cómo podemos determinar cuál es el más importante? El sociólogo Everett Hughes ha establecido que las sociedades resuelven esta ambigüedad determinando un estatus maestro. Un estatus maestro es el estatus más importante que ocupa una persona; domina todos los demás estatus del individuo y es el ingrediente primordial para determinar la posición social general de una persona (Hughes, 1945). Ser pobre o rico es un estatus maestro que afecta muchas otras áreas de la vida, incluida la salud, educación y oportunidades en la vida. Históricamente, el estatus maestro más común para las mujeres está relacionado con su posición en la familia: hija, esposa y madre. Para los hombres, la ocupación es el estatus más importante, aunque cada vez más es también un estatus maestro para muchas mujeres. “¿A qué te dedicas?” es una de las primeras preguntas que hace la gente. La ocupación proporciona claves importantes sobre el nivel de educación de una persona, su ingreso y antecedentes familiares. La raza/etnia de un individuo puede ser también un estatus maestro en una sociedad en la que los miembros del grupo dominante señalan como “inferiores” a los miembros de otro grupo basados en características —supuestas O reales— físicas, culturales o de nacionalidad (véase Feagin y Feagin, 2003). El estatus maestro es vital para la torma en que nos vemos a nosotros mismos, a los demás y cómo interactuamos con ellos. Ruth Bader Ginsburg es juez de la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos y madre. ¿Cuál es su estatus maestro? ¿Puedes imaginar cómo reaccionaría si los abogados que llevan un caso en la Suprema Corte la trataran como a una madre y no como a una jueza? Los abogados usan sabiamente el término fsu señoría” como su estatus maestro y actúan en consecuencia. El estatus maestro proporciona a la gente niveles de valor personal y dignidad altos o bajos. Éstos no son características que poseamos de forma inherente; se derivan del estatus que ocupamos. Para los individuos que no tienen casa, ser indigente se convierte en su estatus maestro sin importar los otros atributos del individuo. Ser indigente es un estatus maestro estigmatizado que confiere una mala reputación porque la gente que tiene un domicilio con frecuencia cree que ser indigente es un “defecto de carácter”. Algunas veces esta suposición es apoyada por la forma en que los medios enfocan las historias sobre los indigentes (véase el cuadro 5.2). Las circunstancias bajo las cuales una persona se convierte en indigente determina el grado de estigmatización que sufre. Por ejemplo, no se considera que las personas que se convierten en indigentes debido a desastres naturales (como huracanes o incendios) sean una amenaza para la comunidad. Por tanto es poco probable que sean estigmatizadas. Sin embargo, en los casos donde se considera que las personas son la causa de su indigencia, es más probable que sean estigmatizadas y marginadas por los demás. Show y Anderson (1993:199) observaron los efectos de la indigencia como estatus maestro: Era de tarde y los indigentes estaban congregados frente al albergue del Ejército de Salvación para la cena. Se acercó un autobús escolar lleno de estudiantes de secundaria blancos que viajaban rumbo a sus hogares de clase media alta y alta en la parte noroeste de la ciudad. Mientras el autobús circulaba, hubo una lluvia de monedas saliendo por las ventanas al tiempo que los estudiantes hacían gestos obscenos y gritaban “trabajen”. Algunos de los indigentes respondieron a los gestos, otros recogieron las monedas —casi todas centavos—, otros arrojaron las monedas al autobús enojados y algunos simplemente se mostraron indiferentes. Para los estudiantes de secundaria este intercambio fue una inocente diversión, una manera de liberar la energía acumulada en la escuela; pero para los indigentes fue un recordatorio de su estatus estigmatizado y el grado de atención negativa del que son objeto. Símbolos de estatus. Con frecuencia, cuando la gente está orgullosa de ocupar un estatus social en particular, usa medios visibles para mostrar a otros su posición. Los símbolos de estatus son señales materiales que informan a otros del estatus específico de una persona. Por ejemplo, usar un anillo de boda anuncia que la persona es casada, tener un Rolls-Royce que uno “ya la hizo”. Como vimos en el capítulo 3, la realización y el éxito son valores fundamentales en Estados Unidos. Por esta razón, la gente que “ya la hizo” frecuentemente quiere mostrar simbolos para informar sus logros a otros. Los símbolos de estatus para las personas con un domicilio y para los indigentes pueden tener diferentes significados. Entre las personas acaudaladas, un carrito lleno en el supermercado y bolsas de mercancía de tiendas departamentales caras indican una posición financiera holgada. En contraste, entre los indigentes, las bolsas abultadas y carritos llenos sugieren un estatus muy diferente. Los carros y las bolsas son esenciales para la vida en la calle; no hay ningún otro lugar para guardar las cosa, como lo muestra la descripción de Darian, una mujer indigente en Nueva York: Las posesiones en su Carro postal consisten en una casa completa llena de cosas, desde ollas y sartenes hasta libros, zapatos, revistas, artículos de baño, papeles personales y ropa que esta en su mayoría hecha por ella misma... Debido al peso y tamaño del carro, Darian no lo puede empujar cuesta arriba por la curva. Lo mantiene en la calle cerca de los automóviles. Esto quiere decir que mientras lo empuja lentamente por la calle todo el día, ella pasa la vida directamente en el tráfico. Se detiene en su ruta para sentarse o dormir un rato y para observar y ser observada como si fuera un espectáculo. Todos los aspectos de su vida, incluido dormir, comer e ir al baño están a la vista del público... Ella no tiene un espacio propio, así que nunca tiene un momento de privacidad. Su privacidad, su casa, es SU Carro con todas sus posesiones (Rousseau, 1981:141). DOS: RolesUn rol es el aspecto dinámico del estatus. Mientras que ocupamos un estatus, tenemos un rol. Un rol es un conjunto de expectativas de comportamiento asociadas con un estatus dado. Por ejemplo, no se espera que un carpintero (empleado) contratado para remodelar una cocina se siente a la mesa sin invitación y se una a la familia (que lo contrata) para cenar. La expectativa del rol es la definición de un grupo o sociedad de la forma en que un rol específico debe actuarse. En contraste, el desempeño de un rol es la forma en que una persona en realidad actúa ese rol. El desempeño del rol no siempre cumple con las expectativas del rol. Algunos estatus tienen expectativas del rol muy específicas, como las de un cirujano o un profesor universitario. Otros estatus, como el de amigo u otro significativo, tienen expectativas menos estructuradas. Las expectativas del rol vinculadas con un estudiante son más específicas que las del amigo. Típicamente, las expectativas del rol se basan en una gama de comportamientos aceptables más que en criterios estrictamente definidos. Nuestros roles son relativos (o complementarios); es decir, se definen en el contexto de los roles que desempeñan otras personas. Podemos actuar el rol de estudiante porque otra persona desempeña el de profesor. Por el contrario, para desempeñar el rol de profesor, el maestro debe tener uno o más alumnos. La ambigúedad del rol ocurre cuando las expectativas asociadas con un rol no son claras. Por ejemplo, no siempre es claro cuándo termina el aspecto proveedor-dependiente en la relación padre-hijo. ¿Debe terminar a los 18 o 21 años? ¿Cuándo se termina la escuela? Diferentes personas responderán a estas preguntas de forma distinta, según sus experiencias y socialización, así como la capacidad financiera y voluntad psicológica para continuar contribuyendo al bienestar de sus hijos adultos. Conflicto de roles y tensión de roles. La mayoría de la gente ocupa varios estatus, cada uno de los cuales tiene expectativas de rol propias. Por ejemplo, Carlos es un estudiante que asiste a clases matutinas en la universidad y es un empleado en un restaurante de comida rá- s pida, donde trabaja de 3:00 a 10:00 PM. También es novio z de Estefanía y ella quisiera verlo con más frecuencia. El 5 7 de diciembre, él tuvo examen final a las 7 PM. cuando se E supone que tendría que estar trabajando. Mientras tanto, z ella lo presiona para que la lleve al cine. Para colmo, su E madre le llama y le pide que regrese a casa porque su pa- $ dre va a someterse a una cirugía de emergencia. ¿Cómo = puede Carlos estar en todos estos lugares a la vez? Este + tipo de conflictos de rol pueden ser abrumadores. El conflicto de rol se da cuando surgen demandas incompatibles debido a que se tienen dos a más estatus al mismo tiempo. Cuando ocurre el conflicto de roles nos sentimos arrastrados en diferentes direcciones. Para lidiar con este problema debemos priorizar nuestros roles y cumplir primero con el que consideramos más importante. O podemos dividir nuestras vidas en categorías y “aislar” nuestros diferentes roles (Merton, 1968). Es decir, podriamos realizar las actividades vinculadas con un rol durante una parte del día y después enfrascarnos en las actividades asociadas con otro rol durante otro momento o en otra parte. Por ejemplo, bajo circunstancias normales, Carlos cumpliría con su rol de estudiante durante una parte del día y su rol de empleado en otra. No obstante, en la situación actual no le es posible dividir sus roles. El conflicto de rol puede ser resultado de estatus y roles en constante cambio en la sociedad. Las investigaciones han encontrado que las mujeres que tienen comportamientos de tipo “masculino” tienden a tener tasas más altas de conflicto de roles que las que muestran comportamientos tradicionalmente “femeninos” (Basow, 1992). Según la socióloga Tracey Watson (1987), algunas veces se puede atribuir el conflicto de roles no a los roles mismos sino a la presión que siente la gente cuando no encaja en los roles culturalmente determinados. En su estudio sobre mujeres atletas en programas deportivos universitarios, Watson encontró conflicto de roles en las identidades tradicionalmente incongruentes de ser mujer y ser atleta. Aun cuando las mujeres atletas de su estudio usaban maquillaje y tenían una imagen convencional cuando no se encontraban en la cancha de básquetbol, sus compañeros de la escuela las consideran “marimachos”, lo que conduce a un conflicto de roles. Mientras que el conflicto de roles sucede entre dos o más estatus (como ser indigente y ser empleado temporal en una agencia de servicio social), la tensión de roles ocurre en un solo estatus. La tensión de roles ocurre cuando hay demandas incompatibles dentro de un solo estatus ¿Goode, 1960). Por ejemplo, muchas mujeres experimentan tensión de roles en la fuerza laboral porque tienen empleos que son “menos satisfactorios y más-estresantes que los de los hombres, ya que ellas ganan menos dinero, menos prestigio, tienen menos oportunidades, más obstáculos en su carrera, etc” (Basow, 1992:192). De forma similar, las mujeres casadas pueden experimentar más tensión de roles que los hombres casados debido a la sobrecarga de trabajo, desigualdad marital con sus parejas, responsabilidades paternales exclusivas, expectativas confusas y falta de apoyo emocional. Los recientes cambios sociales podrían haber incrementado la tensión de roles en los hombres. En la familia, la posición dominante tradicional del hombre se ha desgastado, al tiempo que más mujeres se integran a la fuerza laboral y demandan más ayuda en la educación de los hijos y las responsabilidades domésticas. Puede haber tensión de roles en los hombres afroamericanos que han interiorizado las normas culturales estadounidenses respecto a la masculinidad, va que encuentran muy difícil (si no imposible) cumplir con las normas culturales de logros, éxito y poder debido al racismo y la explotación económica (Basow, 1992). Frecuentemente se asocia la orientación sexual, edad y ocupación con la tensión de rol. A menudo las lesbianas y los homosexuales experimentan tensión de roles debido a las presiones asociadas con tener una identidad fuertemente estigmatizada por el grupo cultural dominante (Basow, 1992). Las mujeres en los 30 podrían experimentar la más alta tensión de rol; ellas se enfrentan a mucho estrés en términos de demandas de rol y expectativas laborales y familiares conflictivas (Basow, 1992). Se ha encontrado que los dentistas, psiquiatras y policías experimentan altos niveles de tensión relacionados con su ocupación, lo que puede dar como resultado el suicidio. (Los conceptos de expectativa del rol, desempeño de rol, conflicto de rol y tensión de rol se ilustran en la > figura 5.2.). Con frecuencia los individuos se distancian de un rol que encuentran demasiado estresante o problemático. El distanciamiento de rol ocurre cuando la gente conscientemente tiene la impresión de una falta de compromiso o apego a un rol particular y sólo pasa por los movimientos del desempeño del rol (Goftman, 1961b). La gente usa técnicas para distanciarse cuando no quiere que otros las tomen como la “persona” implícita en un rol particular, especialmente si creen que el rol está “por debajo de ellos”. Por ejemplo, mientras Carlos trabaja en el restaurante de comida rápida, no quiere que la gente piense que él es un “perdedor con un empleo sin futuro”. El quiere ser visto como un estudiante universitario que trabaja ahí “para ganarse algún dinero” mientras se gradúa. Cuando llegan clientes de la universidad, habla con ellos acerca de los cursos que están tomando, sobre su especialidad y los profesores que tienen. No platica sobre si la hamburguesa con tocino es mejor que la que tiene chile. Cuando Carlos realmente se distancia del rol, dice a sus amigos que él “trabaja ahí pero que no comería ahí”. Salida del rol. La salida del rol ocurre cuando la gente se desentiende de los roles sociales que han sido centrales para su identidad (Ebaugh, 1988). La socióloga Helen Rose Fuchs Ebaugh estudió este proceso al entrevistar ex convictos, ex monjas, retirados, hombres y mujeres divorciados y otras personas que voluntariamente se han separado de roles sociales significativos. Según Ebaugh, la salida del rol sucede en cuatro etapas. La primera es la duda, en la que la gente experimenta frustración o cansancio cuando reflexiona sobre los roles que tiene. La segunda etapa implica una búsqueda de opciones; aquí, la gente podría pedir permiso para ausentarse del trabajo o separarse temporalmente de su cónyuge. La tercera etapa es la decisiva, donde la gente se da cuenta de que debe tomar una acción definitiva, como renunciar a su trabajo o divorciarse. La cuarta y última etapa conlleva la creación de una nueva identidad. Salir del rol de “indigente” es muy difícil. Entre más tiempo permanezca la gente en la calle, más dificil será salir del rol. Los recursos personales disminuyen con el tiempo. Con frecuencia las posesiones son robadas, perdidas, vendidas o empeñadas. La experiencia de trabajo y las habilidades caducan y es probable que surjan incapacidades físicas que impidan tener un empleo. Sin embargo, algunos indigentes logran salir. TRES: Definicionesinteracción social: proceso por medio del cual la gente actúa o responde respecto a otras personas; el fundamento de todas las relaciones y grupos en la sociedad. estructura social: marco complejo de instituciones sociales (como la economía, política y religión) y las prácticas sociales (como reglas y roles sociales) que forman la sociedad y que organizan y establecen límites en el comportamiento de la gente. estatus: una posición socialmente definida en un grupo o sociedad, caracterizada por ciertas expectativas, derechos y deberes. estatus atribuido: posición social conferida en el nacimiento o que se recibe de forma involuntaria posteriormente, basada en atributos sobre los que el individuo no tiene ningún control, como raza, etnia, edad o género. estatus adquirido: posición social que la persona asume de forma voluntaria como resultado de una decisión personal, mérito o esfuerzo directo. estatus maestro: estatus más importante que ocupa una persona. rol: conjunto de expectativas de comportamiento asociadas con un estatus. expectativa de rol: definición de un grupo o sociedad de la forma en que un rol debe desempeñarse. desempeño de rol: forma en que una persona realmente actúa el rol. conflicto de roles: situación en la que surgen demandas incompatibles debido a que se tienen dos a más estatus al mismo tiempo. tensión de rol: condición que ocurre cuando hay demandas incompatibles dentro de un solo estatus. CUATRO: Estructura social: la perspectiva de macronivelLa estructura social proporciona el marco dentro del cual interactuamos con otros. Este marco es un arreglo ordenado y determinado de las partes que forman juntas el grupo o la sociedad (P figura 5.1). Como se definió en el capítulo 1, una sociedad es un grupo social grande que comparte el mismo territorio geográfico, está bajo la misma autoridad política y bajo las expectativas culturales dominantes. En el macronivel, la estructura social de una sociedad tiene varios elementos esenciales: instituciones sociales, grupos, estatus, roles y normas. Los teóricos funcionalistas enfatizan que la estructura social es esencial porque crea orden y previsibilidad en una sociedad (Parsons, 1951). La estructura social también es importante para nuestro desarrollo humano. Como vimos en el capítulo 4, desarrollamos un concepto del ser al ir aprendiendo las actitudes y comportamientos de los que nos rodean. Cuando estas actitudes y valores son parte de una estructura previsible, es más fácil desarrollar ese concepto del ser. La estructura social nos da la habilidad de interpretar las situaciones sociales en que nos encontramos. Por ejemplo, esperamos que nuestra familia se preocupe por nosotros, que las escuelas nos eduquen y que la policía nos proteja. Cuando nuestras circunstancias cambian drásticamente, la mayoría de nosotros experimentamos una aguda sensación de ansiedad porque no sabemos qué esperar o lo que se espera de nosotros. Por ejemplo, los indigentes novatos pueden sentirse desorientados porque no saben cómo comportarse en su nuevo ambiente. Es probable que la persona haga preguntas como: “¿Cómo sobreviviré en la calle?”, “dónde pido ayuda?” “¿debo quedarme en un albergue?”, “¿dónde consigo empleo?”. La estructura social ayuda a la gente a dar sentido a su entorno, aun cuando se encuentren en la calle. Además de proporcionar un mapa para nuestros encuentros con otras personas, la estructura social puede limitar nuestras opciones y ponernos en categorías arbitrarias que no elegimos nosotros. Los teóricos del conflicto sostienen que hay más de lo que se ve de la estructura social y que debemos explorar las estructuras más profundas y fundamentales que determinan las relaciones sociales en la sociedad. Carlos Marx sugirió que la forma en que está organizada la producción económica es el aspecto estructural más importante de cualquier sociedad. En las sociedades capitalistas, donde pocas personas controlan el trabajo de muchas, la estructura social refleja un sistema de relaciones de dominación entre categorías de gente (por ejemplo, propietario-trabajador y jefe-empleado). La estructura social crea vínculos que definen cuáles personas o grupos serán los “internos” y cuáles los “externos”. La marginalidad social es el estado en el que se es en parte interno y en parte externo en la estructura social. El sociólogo Robert Park (1928) acuñó este término para referirse a las personas (como los inmigrantes) que comparten simultáneamente la vida y las tradiciones de dos grupos distintos. La marginalidad social da como resultado la estigmatización. Un estigma es cualquier atributo físico o social que devalúa la personalidad social de una persona, que la descalifica para la aceptación social (Goffman, 1963b). Un criminal convicto que usa uniforme es un ejemplo de una persona estigmatizada; el uniforme dice que ha hecho algo malo y que no se le debe permitir salir de la cárcel sin supervisión. CINCO: Componentes de la estructura socialLa estructura social de una sociedad incluye sus posiciones sociales, las relaciones entre esas posiciones y los tipos de recurso que conlleva cada posición. La estructura social también incluye todos los grupos que forman la sociedad y la relación entre ellos (Smelser, 1988). Fuente: Kendall, Diana. Sociología en nuestro tiempo. Cengage Learning, México, 2012. SEIS: Homo sociologicusHasta ahora, la ciencia social nos ha obsequiado con dos seres humanos nuevos, sumamente problemáticos, que apenas encontraremos en la realidad de nuestra experiencia diaria. Uno de ellos es el tan discutido horno economicus..., (el otro) el psychological man (el hombre psicológico)... que, aunque siempre haga el bien, posiblemente quiere siempre el mal, el hombre de los motivos secretos... Se enciende de nuevo (la discusión) para disputar la existencia del horno sociologicus... En el punto de intersección del individuo y la sociedad se halla el horno sociologicus, el hombre como portador de papeles socialmente determinados. El individuo es sus papeles sociales, pero, por su parte, estos papeles son el hecho molesto de la sociedad... Papel, persona, carácter y máscara son palabras que... estuvieron o están subordinadas a un mismo campo semántico: el teatro... Son muchas las asociaciones que vinculamos a estas palabras: todas ellas indican algo dado a su portador, el actor, algo existente fuera de él; este «algo dado» puede describirse como un complejo de modos de comportamiento, que entran a su vez en conexión con otros comportamientos para formar un todo; (el actor) tiene que aprenderlos, a fin de poder representarlos; desde el punto de vista del actor, ningún papel, ninguna persona dramatis es exhaustivo; puede aprender y representar una multitud de papeles». Ralf Dahrendorf, Homo sociologicus, 1958. Fuente: González Anleo, Juan. Para comprender la sociología. Ed. Vervo Divino, España, 1991. SIETE: Los rasgos del rolLlegamos así a una definición estricta del rol: conjunto articulado de pautas que relacionan las acciones de los ocupantes de un status o posición social con los ocupantes de otros status correlativos. Más brevemente: el rol es una respuesta tipificada a una expectativa igualmente tipificada. Es la sociedad la que proporciona estos «guiones» de respuesta, estos esquemas relativamente flexibles en los que se entretejen pautas de comportamiento, actitudes y emociones, que en muchos casos se apoderan de la persona, y la hacen «sentirse» capaz de desempeñar su rol con brillantez o, al menos, con decoro. El profesor que se zambulle en su rol se «siente» más sabio, el militar que se embute en su uniforme y se cuelga sus condecoraciones, más valiente... Se empieza por actuar de acuerdo con el rol, y se acaba «sintiendo» y viviendo plenamente el papel que se desempeña. Los rasgos del rol que dimanan de la definición dada: 1) el rol debe estar definido culturalmente en reciprocidad con el contenido de derechos atribuidos a los status que con él se correlacionan; 2) en cuanto constriñe comportamientos, por tanto, acaba formando parte de la personalidad del actor social, y 3) se desempeña habitualmente de forma no reflexiva, es decir, tiene un cierto carácter inconsciente, de donde precisamente procede gran parte de su poder sobre el actor; 4) este poder «invisible» es garantía de algo que la sociedad valora y exige de todos sus miembros: la predecibilidad de sus comportamientos, ya que sin ella disminuiría la eficacia y dinamismo sociales, y el mundo de las relaciones y acciones sociales se encontraría abocado al caos. Fuente: González Anleo, Juan. Para comprender la sociología. Ed. Vervo Divino, España, 1991. IMAGENESVideos#1 - El experimento de la prisión Stanford The Stanford Prison Experiment Año - 2015 Dirección - Kyle Patrick Alvarez Esta película está basada en una historia real que tuvo lugar en 1971, cuando el profesor de Stanford Dr. Philip Zimbardo creó lo que se convirtió en uno de los experimentos sociales más impactantes y famosos de todos los tiempos: en unos días fue capaz de convertir a un grupo de ciudadanos de clase media en gente sádica por un lado y víctimas sumisas por otro. #2 - El último deber The Last Detail Año - 1973 Dirección - Hal Ashby Dos apuestos oficiales de la marina tienen que escoltar a un marinero hasta la prisión naval de New Hampshire, donde tendrá que cumplir una condena de ocho años por una falta trivial. Durante el viaje los tres tendrán la oportunidad de conocerse y de compartir experiencias y situaciones que les llevarán a cuestionarse su visión de la vida. #3 - Entrevista a Philip Zimbardo sobre el experimento de la prisión de Stanford El experimento de la cárcel de Stanford es un conocido estudio psicológico acerca de la influencia de un ambiente extremo, la vida en prisión, en las conductas desarrolladas por el hombre, dependiente de los roles sociales que desarrollaban (cautivo, guardia). Fue llevado a cabo en 1971 por un equipo de investigadores liderado por Philip Zimbardo de la Universidad de Stanford. Se reclutaron voluntarios que desempeñarían los roles de guardias y prisioneros en una prisión ficticia. Sin embargo, el experimento se les fue pronto de las manos y se canceló en la primera semana. Las preocupaciones éticas que envuelven a los experimentos famosos a menudo establecen comparaciones con el experimento de Milgram, que fue llevado a cabo en 1963 en la Universidad de Yale por Stanley Milgram, un antiguo amigo de Zimbardo. Módulo II: Individuo, sociedad y cultura Texto II-3: Socialización UNO: SocializaciónLos animales inferiores en la escala evolutiva, como es el caso de la mayor parte de las especies de insectos, son capaces de valerse por sí mismos poco después de nacer, con escasa o ninguna ayuda de los adultos. No existen generaciones entre las especies inferiores, ya que el comportamiento de los "jóvenes" es prácticamente idéntico al de los "adultos". Sin embargo, a medida que vamos subiendo en la escala evolutiva estas observaciones se hacen menos ciertas, ya que los animales superiores tienen que aprender formas de comportamiento apropiadas. Entre los mamíferos, los jóvenes están en muchos casos totalmente indefensos cuando nacen y necesitan el cuidado de los mayores. El niño es el más indefenso de todos ellos y no puede sobrevivir sin ayuda de un adulto, al menos durante sus primeros cuatro o cinco años de vida. La socialización es el proceso por el cual la criatura indefensa se va convirtiendo gradualmente en una persona consciente de si misma, con conocimientos y diestra en las manifestaciones de la cultura en la que ha nacido. La socialización no es un tipo de "programación cultural" por la cual el niño absorbe, de un modo pasivo, las influencias con las que entra en contacto. Desde el momento en que nace, el niño tiene necesidades o exigencias que afectan al comportamiento de los responsables de su cuidado: el bebé es un ser activo desde el principio. La socialización pone en contacto a las diferentes generaciones. El nacimiento de un niño altera las vidas de aquellos que son responsables de su crianza, los cuales, a su vez, experimentan un nuevo aprendizaje. La paternidad liga normalmente las actividades de los adultos a las de los niños para el resto de las vidas de ambos. Las personas mayores siguen siendo padres cuando se convierten en abuelos aunque, por supuesto, establecen una nueva serie de relaciones que conectan a las diferentes generaciones entre sí. Aunque el proceso de aprendizaje cultural es mucho más intenso durante la infancia y el principio de la niñez que posteriormente, el aprendizaje y la adaptación continúan durante todo el ciclo vital. Fuente: Giddens, Anthony. Sociología. Alianza Editorial, España, 2000. DOS: Niños no socializados¿Como serían los niños si, por alguna razón, crecieran sin la influencia de los adultos? Evidentemente, ninguna persona, a modo de experimento, podría criar a un niño apartado de la influencia humana. Sin embargo, han existido ciertos casos, muy debatidos, de niños que pasaron los primeros años de su vida apartados del contacto humano normal. El "niño salvaje de Aveyron" El 9 de enero de 1800 una extraña criatura surgió de los bosques cercanos al pueblo de Saint-Serin, en el sur de Francia. A pesar de andar en posición erecta se asemejaba más a un animal que a un humano, pero pronto fue identificado como un niño de unos once o doce años. únicamente emitía estridentes e incomprensibles chillidos y parecía carecer del sentido de la higiene personal y evacuaba donde y cuando le parecía. Fue conducido a la policía local y, más tarde, a un orfanato cercano. Al principio se escapaba constantemente y era difícil volver a capturarlo. Se negaba a vestirse y rasgaba las ropas en cuanto se las ponían. Nunca hubo padres que lo reclamaran. El niño fue sometido a un minucioso examen médico en el que no se encontró ninguna anormalidad importante. Cuando se le puso delante de un espejo parece que vio su imagen sin reconocerse a sí mismo. En una ocasión trató de alcanzar a través del espejo una patata que había visto reflejada en él (de hecho, la patata la sostenía alguien detrás de su cabeza). Después de varios intentos, y sin volver la cabeza, cogió la patata por encima de su hombro. Un sacerdote que observaba al niño a diario describió este incidente de la siguiente forma: Todos estos pequeños detalles, y muchos otros que podríamos añadir, demuestran que este niño no carece totalmente de inteligencia, ni de capacidad de reflexión y razonamiento. Sin embargo, nos vemos obligados a reconocer que, en todos los aspectos que no tienen que ver con sus necesidades naturales o la satisfacción de su apetito, se percibe en él un comportamiento puramente animal. Si tiene sensaciones no desembocan en ninguna idea. Ni siquiera puede compararlas unas con otras. Podría pensarse que no existe conexión entre su alma o su mente y su cuerpo. (Shattuck, 1980, p.69; véase también Lane, 1976.) Posteriormente, el niño fue trasladado a París, donde se llevó a cabo un intento sistemático para transformarle "de bestia en humano". El esfuerzo resultó sólo parcialmente satisfactorio. Aprendió a utilizar el cuarto de baño, accedió a llevar ropa y aprendió a vestirse solo. Sin embargo, no le interesaban los juguetes ni otros juegos y nunca fue capaz de articular más que un reducido número de palabras. Hasta donde sabemos por las detalladas descripciones de su comportamiento y sus reacciones, la cuestión no estaba en que fuese retrasado mental. Parecía que o no deseaba dominar totalmente el habla humana o que era incapaz de ello. Con el tiempo hizo escasos progresos y murió en 1828, cuando tenía unos cuarenta años. Sin duda, hay que tener cuidado a la hora de interpretar casos de este tipo, pues es posible que quedase sin diagnosticar una anormalidad mental. Por otra parte, las experiencias a las que fue sometido el niño podrían haberle causado daños psicológicos que le impidieran alcanzar las habilidades que la mayoría de los niños adquieren a una edad mucho más temprana. Aun así, existe una similitud suficiente entre este caso y otros que se conocen como para poder sugerir cuán limitadas estarían nuestras facultades si careciéramos, desde el principio, de un período prolongado de socialización. Fuente: Giddens, Anthony. Sociología. Alianza Editorial, España, 2000. La socialización según Durkheim«La educación es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre aquellas que no han alcanzado aún un grado de madurez suficiente para desenvolverse en la vida social. Tiene por objeto el suscitar y desarrollar en el niño un cierto número de estados físicos, intelectuales y morales, que exigen de él tanto la sociedad política tomada en conjunto como el medio especial al que está destinado particularmente.» En pocas palabras, «la educación es una socialización... de la joven generación». Fuente: Durkheim, Emil. Educación y sociología. Ediciones Península, Barcelona, 1975. CUATRO: Socialización y personalidadPara entender bien lo que en sociología se entiende por proceso de socialización, hay que considerar previamente el concepto de personalidad que, con diversos matices, mantienen la mayor parte de los sociólogos. Personalidad es un sistema dinámico de acción individual compuesto de motivos, sentimientos, actitudes, hábitos y creencias, sistema que se expresa hacia dentro como autoconciencia, y hacia fuera como un complejo de roles sociales y un sistema de acción. Socialización es, precisamente, el proceso por el que un individuo se hace persona social incorporando a su individualidad las formas de vida (pautas sociales, símbolos, expectativas culturales, sentimientos, etc.), bien de un grupo social determinado, bien de toda la sociedad global, incorporación que le permitirá proceder y actuar de manera conveniente y más o menos ajustada a las exigencias de dicho grupo o dicha sociedad, e intervenir activamente en los procesos de innovación y cambio de la misma. [...] La personalización es esencialmente un proceso de maduración por el que el hombre adquiere su personalidad sociocultural, es decir, se hace capaz de autodirigir sus propias estructuras instintivas y, muy en especial, de influir responsablemente sobre los factores sociales y culturales. El objetivo final de la personalización es la integración de la persona, la adquisición de seguridad y el desarrollo de la capacidad creadora. Fuente: González Anleo, Juan. Para comprender la sociología. Ed. Vervo Divino, España, 1991. Dos paradigmas para entender la socialización: Tradicional e interaccionistaLa primera vía para comprender la socialización acude al modelo tradicional del acondicionamiento, es decir, el sujeto interioriza a través de un proceso especial de aprendizaje un conjunto de normas, valores, actitudes, roles, habilidades y saberes que van a actuar desde dentro del individuo como un programa que condicionará su comportamiento a lo largo de toda su vida. Desde esta perspectiva, el proceso de socialización se orienta a predeterminar la conducta del individuo en la mayor cantidad imaginable de situaciones culturalmente definidas. [...] [...] La segunda vía para comprender la socialización es emplear el modelo o paradigma de la interacción, más dinámico que el anterior, pues concibe al individuo, fundamentalmente al niño, como un actor social inserto en un sistema de interacción, primero con su familia, más tarde, a partir de los 8 ó 9 años, con el grupo de iguales. A medida que se va debilitando el control familiar, se desarrolla en el niño el sentido del respeto mutuo, de justicia y de reciprocidad, al encontrarse en situaciones en las que sólo puede conseguir el respeto a sus derechos personales a través de su propio respeto a los derechos de los demás. Desde esta perspectiva, la socialización aparece como un proceso de adaptación personal del individuo ante situaciones nuevas, que le impulsan a flexibilizar sus recursos cognoscitivos y a modificar sus pautas normativas. De esta forma, la socialización primaria, que tiene lugar durante la infancia, es en parte separada y en parte enriquecida por la socialización secundaria, que se desarrolla durante la adolescencia y toda la vida adulta. Una concepción más estática de la socialización ignora esta distinción y sólo habla de socialización y de resocialización, entendiendo por ésta el proceso de nueva socialización a que debe someterse el adulto cuando cambia drásticamente de ambiente cultural o de status y tiene que aprender nuevas formas y estilos de vida y hacerse con un bagaje de pautas cognoscitivas y normativas más adecuado (el emigrante, el ex-preso, el soldado licenciado después de años de guerra). Este enfoque rechaza la concepción del sujeto como algo predominantemente pasivo y mero receptáculo de estímulos, y lo concibe en una interacción activa con su entorno. Las nuevas experiencias y mensajes que va recibiendo en etapas posteriores son asimiladas de una estructura cognoscitiva y normativa existente, que le proporciona cauces de acomodación personal a las demandas del ambiente. Esa estructura cognoscitiva y normativa se encuentra en permanente reorganización. Fuente: González Anleo, Juan. Para comprender la sociología. Ed. Vervo Divino, España, 1991. IMAGEN 1: Nube de palabrasIMAGEN 2: Mapa conceptual de la socialización |
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Octubre 2020
AutorLeonardo Pittamiglio |